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Cientos de manifestantes bielorrusos intentan asaltar la sede del Gobierno

La oposición denuncia fraude de Lukashenko en las elecciones presidenciales

Pilar Bonet

Los comicios presidenciales celebrados ayer en Bielorrusia concluyeron de forma violenta. En Minsk, al grito de "zhive Belorus" (Viva Bielorrusia), los manifestantes que acusaban al presidente Alexandr Lukashenko de haber falsificado las elecciones intentaron por la noche asaltar el parlamento. Eran decenas de miles de personas que habían marchado por la avenida de la Independencia, la calle principal de la ciudad, y se habían concentrado alrededor de la estatua de Lenin haciendo ondear las banderas rojiblancas bielorrusas (que Lukashenko sustituyó en su día por la bandera de la Bielorrusia soviética).

Los más exaltados destrozaron las puertas centrales e hicieron añicos los cristales de las ventanas del parlamento. El asalto fue atajado por las fuerzas de intervención especial que, parapetadas tras sus escudos en el interior del edificio, resistieron primero la embestida y luego la repelieron con ayuda de refuerzos. Una columna de varias decenas de automóviles rodeó la plaza de la Independencia y, con brutales bastonazos, disolvieron a quienes pedían unas nuevas elecciones limpias y sin la participación del actual presidente, en el poder desde 1994.

La policía golpeó a un candidato hasta dejarlo inconsciente y detuvo a otros cuatro

En contra de los pronósticos y pese al frío y la mala organización de sus líderes, los manifestantes, de diversas edades y condiciones sociales, eran muchos más que los que salieron a la calle en marzo de 2006 por los mismos motivos. El resultado fueron numerosos golpes y detenciones, entre ellas las de cuatro candidatos. Uno de ellos era Andréi Sánnikov y su esposa Elena Jalif.

Antes, por la tarde, policías y agentes de seguridad de paisano arremetieron contra el poeta Vladímir Nikláyev, uno de los nueve rivales de Lukashenko, y lo golpearon hasta dejarlo inconsciente, según una portavoz de Nikláyev. El poeta encabezaba una columna de manifestantes camino de la concentración conjunta. "Lo golpearon hasta hacerle perder el sentido. Hemos tenido que refugiarnos en nuestro local y hemos llamado a la ambulancia", dijo la secretaria de Prensa.

La agresión fue confirmada por jóvenes que dijeron haber sido también golpeados, obligados a tenderse en el suelo sobre la nieve y despojados de las banderas y estandartes con los que iban a manifestarse. Por su parte, el socialdemócrata Serguéi Statkevich, otro de los candidatos, también dijo haber sido golpeado por la policía. Por la mañana, al votar, Lukashenko había dicho con aplomo que "nadie" acudiría a la plaza por la noche y que no quería colaborar con "bandidos y saboteadores".

Según los datos oficiales difundidos por la comisión electoral central en los comicios participó el 90,4% del electorado. Las encuestas a pie de urna autorizadas por el régimen daban a Lukashenko entre el 74,2% y el 81,4% de los votos. En segundo lugar se sitúan Nikláyev y Sannikov con cerca del 6% cada uno.

Aunque el régimen ha guardado algo más las apariencias que en comicios anteriores, estas elecciones se han caracterizado por el férreo control del mecanismo electoral, desde la composición de los colegios al aparato de propaganda y la viciada práctica del voto anticipado que se prolonga durante varios días y a la que muchos son prácticamente obligados. El sábado y el domingo, la policía practicó detenciones de activos miembros de la oposición en Minsk y otros puntos del Estado.

Lukashenko, de 57 años, que en época soviética fue el jefe de una explotación agrícola colectiva, llegó al poder de forma democrática en 1994, pero posteriormente creó un sistema autoritario a su medida, tras suprimir o neutralizar todos los focos institucionales de oposición.

En los 16 años que lleva en la presidencia, la retórica del líder ha ido evolucionando y los temas sociales y soviéticos que predominaban al principio han sido sustituidos por una fraseología nacionalista en oposición a Moscú. Lukashenko aspiró incluso a la presidencia de una unidad supranacional formada por Bielorrusia y Rusia, pero con la llegada de Vladímir Putin al poder en 2000, tuvo que renunciar a su ambición. Reelegido en 2001 y 2006, el líder bielorruso amplió el plazo del mandato presidencial de cuatro a cinco años y eliminó el límite de dos mandatos como máximo, lo que le permite presentar su candidatura cuantas veces quiera.

Manifestantes de la oposición bielorrusa protestan contra el fraude electoral en el centro de Minsk, capital del país.
Manifestantes de la oposición bielorrusa protestan contra el fraude electoral en el centro de Minsk, capital del país.AP
Manifestantes de la oposición bielorrusa protestan contra el fraude electoral en el centro de Minsk.
Manifestantes de la oposición bielorrusa protestan contra el fraude electoral en el centro de Minsk.AP

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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