Ecos de una sociedad deshumanizada
'Cadira', de Edward Bond, alerta en la sala Muntaner sobre el mundo futuro
En el año 2077 el mundo será un lugar deshumanizado y represivo. La compasión será delito y todo aquel que se desvíe de las normas, sospechoso. Al menos, esta es la visión del futuro que el dramaturgo inglés Edward Bond plasmó en Cadira, escrita en 2000. La obra de teatro se estrena hoy en la sala Muntaner y estará en cartelera hasta el 16 de enero. En el escenario Alice (Lina Lambert) protege del mundo exterior a un joven de 26 años, Billy (Oriol Casals). Lo recogió de la calle cuando apenas era un niño, ocultándolo de las autoridades. Y desde entonces, le ha prohibido salir del piso que comparten, en la periferia de una gran ciudad. Son cuatro paredes en las que destaca una ventana; la única visión al exterior que tiene el chico. Proyecta los retales de las historias que entrevé en dibujos que inundan toda la estancia. Hasta que un día Alice decide bajar una silla a un soldado (Albert Alemany) que espera un autobús mientras vigila a una prisionera (Tilda Espluga). "Es una estrategia porque el rostro le es conocido, cree que es su madre y mirar a los presos está prohibido", explica Lambert. La norma es una de las miles que rigen el mundo militarizado del momento, y que los ciudadanos transgreden a cada instante.
"Bond cree que el teatro puede transformar a las personas, por eso describe situaciones violentas, para que el espectador se cuestione las causas que las han propiciado; no es moralista, pero pretende que el público se implique", explica Moisès Maicas, director de la obra. Bebe de escritores como Orwell y Huxley, y, según Maicas "es una maquinaria que avanza hacia la tragedia, con un punto de esperanza". Pero aunque la protagonista se niega a perder su libertad, la sociedad represora acabará engullendo sus deseos en un pulso en el que solo sobrevivirá el sistema.
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