El Barça juega al billar
El equipo azulgrana cuadra un partido perfecto con cinco goles ante una Real Sociedad que hizo lo que pudo
Que jueguen a pelo y a ciegas. La hinchada azulgrana no debería preocuparse por la publicidad que llevará su equipo en la zamarra. El fútbol del Barça es tan sabido y está tan aprendido, resulta tan reconocible y admirable, que sus jugadores podrían salir al campo desnudos, o jugar a oscuras si es menester, o se puede apagar la luz, o cerrar los ojos si molesta la nueva camiseta, y no habría dudas de que en la cancha está el FC Barcelona. El talento es contagioso en el Camp Nou. Ahora mismo Pedro parece Messi.
Los barcelonistas están en forma y en racha, la sincronización preside sus movimientos y cambios de posición y las triangulaciones resultan precisas y artísticas. Nadie tira las paredes como el Barcelona. Más que un discurso lírico merecen una respuesta matemática. El juego transcurre con una rapidez y exactitud imposibles de defender. El gol se anuncia y se canta prácticamente al mismo tiempo en el Camp Nou. La Real, si acaso, hizo que la victoria azulgrana fuera más bonita.
BARCELONA 5 - REAL SOCIEDAD 0
Barcelona: Valdés; Alves, Puyol, Abidal, Maxwell; Xavi (Keita, m. 67), Mascherano (Busquets, m. 52), Iniesta; Pedro (Bojan, m. 61), Messi y Villa. No utilizados: Pinto; Piqué, Adriano y Thiago.
Real Sociedad: Bravo; Carlos Martínez, Ansotegi, Mikel González, De la Bella; Rivas, Elustondo; Xabi Prieto (Sarpong, m. 80), Aranburu (Zurutuza, m. 56), Griezmann; y Llorente (Tamudo, m. 69). No utilizados: Zubikarai; Markel, Labaka y Viguera.
Goles: 1-0. M. 9. Villa. 2-0. M. 33. Iniesta. 3-0. M. 47. Messi. 4-0. M. 87. Messi. 5-0. M. 91. Bojan.
Árbitro: Fernández Borbalán. Amonestó a Mascherano.
74.931 espectadores en el Camp Nou.
El talento es contagioso en el Camp Nou. Ahora Pedro parece Messi
Los cambios de posición y las triangulaciones son precisas y artísticas
En el cuarto gol, Messi recorrió el área grande por dentro, de punta a punta
La Real fue el visitante ideal: 13 derrotas en sus 13 últimas visitas
La Real es un equipo que cae simpático, quizá porque es agradecido con el fútbol, pelotero, tiene una cantera muy maja, jugadores especialmente interesantes y se bate con nobleza y talento, incluso en el Camp Nou. Al Barcelona le encantan los adversarios que juegan y dejan jugar como el de Martín Lasarte. La hinchada azulgrana mira a Xabi Prieto, Griezmann y Zurutuza con los mismos ojos que en su día tuvo para Bakero o Begiristain.
Griezmann, por ejemplo, se arrancó con tal velocidad que a los cinco minutos ya le había sacado una tarjeta amarilla a Mascherano. Joviales, los blanquiazules se desplegaron con atrevimiento, bien organizados y ocupando la cancha de forma muy racional. Nadie hubiera dicho que muchos debutaban en el Camp Nou. Apretaban tan arriba que el campo se le hacía largo al Barça, falto de salida y de combinación, a disgusto aparentemente con el partido.
A los azulgrana les vino muy bien marcar nada más alcanzar la portería de Bravo. Alves tocó para Xavi, el volante profundizó para Messi, el argentino aceleró para la entrada por la banda de Pedro y su centro lo remató Villa, que no le perdona una a la Real. Una jugada de billar, vertical y precisa, concreta y eléctrica, tan rápida que al árbitro ni siquiera le dio tiempo de pitar un posible fuera de juego previo del asturiano. El gol animó al Barça y para nada desmoralizó a la Real.
La vitalidad donostiarra exigió la mejor versión de los azulgrana, que defendieron muy bien con Puyol y Abidal, muy rápido y puesto en el encuentro. Ausentes Piqué y Busquets, el Barcelona atacó por fuera, sobre todo por el flanco derecho, la banda del revolucionario Alves y el exquisito Pedro. El canario se agranda con el paso de los partidos por su calidad para definir y también para leer el juego. Ayer estuvo genial en las dos maniobras que propiciaron los goles de Villa e Iniesta.
Iniesta recibió de Alves en la frontal del área defendida por hasta siete jugadores. El manchego le mandó la pelota a Pedro y echó a correr para recibir la pared en el vértice izquierdo del área. El canario le devolvió el balón de espaldas con el toque justo para que Iniesta le pegara fuerte y seco, al palo del portero. Bravo aplaudió la jugada y el Barcelona cantó el 2-0. Imposible replicar a la velocidad y la precisión azulgrana.
Nunca faltan tampoco los goles de Messi. Los dos de ayer fueron excepcionales, porque en el 3-0 se apoyó hasta tres veces en el omnipresente Alves antes de cruzar la pelota a la red, y en el cuarto recorrió el área grande por dentro, de punta a punta, antes de marcar con su toque suave y delicioso, siempre al palo contrario, ya muy conocido. El juego del Barça es hoy tan estable y tiene tanta continuidad que difícilmente admite réplica en la Liga. Acaso el derbi del sábado se presenta como uno de los partidos más ásperos para el Barça, motivo suficiente al menos para que descansara Piqué, amenazado de sanción.
Futbolista de sangre caliente, el central sabe bien qué significa el Espanyol, nada que ver con la Real, un contrario a la medida del juego del Barça, el visitante ideal después de sumar 13 derrotas en sus últimas 13 visitas. No por repetidas, sus exhibiciones son cansinas; si acaso pueden ser empalagosas cómo se cuentan, nunca cómo se producen, casi siempre a partir de un fútbol de una técnica y una finura extrema. Vuelve el fútbol total y solidario. Nadie mejor que el perseverante Bojan para poner el punto y final a un triunfo tan repetido que los aficionados ya han memorizado como los jugadores. Todos los partidos son igual de buenos y divertidos por la fiabilidad y calidad azulgrana. Que jueguen a pelo y a ciegas. Nadie tendrá dudas por el sonido del balón de que son el Barça.
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