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Reportaje:Laboratorio de ideas | Breakinviews.com

Rehén de la fortuna

El BCE intenta reducir la adicción de los bancos a la liquidez

Está el Banco Central Europeo (BCE) a punto de ponerse serio? Mario Draghi, el gobernador del Banco de Italia, dice que el BCE está trabajando en "propuestas concretas" para abordar el problema de la adicción de los bancos a la liquidez de emergencia. Tiene buenos motivos para preocuparse. Pero el BCE solo puede llegar hasta cierto límite y a cierta velocidad.

Las entidades crediticias han estado reduciendo su recepción total de fondos del BCE, pero la crisis de la deuda soberana periférica en Irlanda, Portugal y Grecia ha hecho que a los bancos de esos países les resulte más difícil conseguir préstamos. El BCE ha dicho que mantendrá el plan en vigor hasta el próximo abril como mínimo. Esto no es sostenible a largo plazo: la misión del BCE no es la de ayudar a los bancos con problemas. Su principal tarea consiste en dictar la política monetaria.

Una opción sería que el BCE aumentase el coste de la actual ayuda de emergencia, lo que obligaría a los bancos a volver al mercado. Los Gobiernos tendrían que nacionalizar los bancos en quiebra, recurriendo a fondos internacionales si fuese necesario. Otra opción sería que el BCE estableciese un instrumento penal nuevo o trasladase la responsabilidad sobre la financiación de emergencia del eurosistema a los bancos centrales nacionales y sus Gobiernos. Esto ya ha sucedido en parte en Irlanda, donde el banco central está suministrando ahora 45.000 millones de euros a las entidades crediticias a través de instrumentos especiales.

Aumentar demasiado los costes de la financiación podría dificultar los ajustes fiscales de los Gobiernos; los bancos incrementarían el coste del crédito, lo que interferiría en el crecimiento. Los costes de los préstamos soberanos subirían, lo cual les complicaría la vida a los bancos. Los bancos débiles podrían no ser capaces de recaudar fondos y a los Gobiernos con dificultades fiscales les resultaría difícil recapitalizarlos. Obligar a los Gobiernos a recurrir a los inversores extranjeros para ayudar a sus bancos, como han hecho Irlanda y Grecia, no resuelve el problema: los bancos seguirán esforzándose por adquirir préstamos si persisten las dudas sobre la solvencia soberana. Finalmente, si se transfiere la responsabilidad a los bancos centrales nacionales, se corre el riesgo de amontonar más obligaciones condicionales sobre unos deudores soberanos ya debilitados.

Como alternativa, los Gobiernos podrían encontrar una solución para toda la eurozona, como garantías bancarias o un fondo de recapitalización. Pero es poco probable que esto convenza a los miembros más grandes de la eurozona como Alemania o Francia.

Habrá más posibilidades de resolver el problema de los bancos adictos mediante un proceso gradual por el cual los Gobiernos restauren sus finanzas y los bancos se recapitalicen o se hundan. Puede que al BCE le quede un largo camino por delante.

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