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Parte de la comunidad científica no se cree la bacteria que vive del arsénico

La bacteria que supuestamente es capaz de vivir del arsénico, un tóxico que llega a integrar en su material genético sustituyendo al fósforo, es "una buena idea llena de agujeros". Centenares de comentarios de este tipo en los foros científicos especializados en Internet indican el escepticismo con que el trabajo de la NASA publicado en Science la semana pasada está siendo acogido por los microbiólogos.

Especialmente activa es Rosie Redfield, catedrática de la Universidad de British Columbia (Canadá), quien ya ha redactado una carta a Science criticando el trabajo. "Como tiene que ser corta, me refiero solo a la contaminación", señala en su web. Es la posible contaminación del medio de cultivo durante los experimentos la que centra las críticas de los científicos, que creen que había suficiente fosfato en él para que creciesen las bacterias, lo que echaría por tierra la hipótesis de los autores del trabajo de que este crecimiento llegó a basarse en el arsénico, una idea revolucionaria. El arsénico, dicen, pudo pegarse al ADN simplemente.

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Ninguno de la docena de científicos consultados por Carl Zimmer, de la revista Slate, cree que el trabajo esté bien hecho, aunque no descartan que un microorganismo así pueda existir. "Esto va de bajos niveles de fosfato en el medio de cultivo, investigadores ingenuos y malos revisores", afirma Norman Pace, especialista en el ADN de microbios exóticos en la Universidad de Colorado (EE UU).

La publicación del trabajo fue precedida además por intensos rumores de que se trataba de una bacteria extraterrestre, a pesar de que la original se extrajo de un lago californiano con altos niveles de arsénico. Finalmente, la NASA recalcó simplemente que el trabajo de Felisa Wolfe-Simon y sus colegas amplía las posibilidades de búsqueda de vida extraterrestre.

Tanto Wolfe-Simon como otro de los coautores se han negado a entrar en la polémica, remitiéndose a la práctica científica ortodoxa de que otros confirmen o refuten su trabajo. Según Alex Bradley, de la Universidad de Harvard (EE UU), esto será muy fácil, ya que basta con hacer algunos sencillos análisis que no se han hecho.

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