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Columna
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Tampoco debe costar tanto

El núcleo histórico de La Vila Joiosa comprende principalmente los barrios de Dins la Vila (intramuros) y el Raval de la Platja (entre la muralla y la mar). Es el núcleo histórico más grande de la Marina Baixa, como corresponde a la importancia de La Vila en las épocas medieval y moderna. También es, por desgracia, el más degradado, arquitectónica y socialmente.

A principios del siglo XX albergaba una parte importante de los vecinos de La Vila. Las casas eran incómodas: estrechas, siempre subiendo y bajando escaleras, sin luz eléctrica, alcantarillado o agua corriente. En el Arsenal es donde peor lo tenían, por las inundaciones procedentes del río y del mar. Es perfectamente comprensible que algunas personas prefirieran vivir en el campo, y de aquí creo que deriva el hecho de que la población jonense haya vivido tradicionalmente en el diseminado.

Cuando se construyeron los ensanches de la calle de Paloma y del Puente, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, se produjo un desplazamiento masivo de población hacia las nuevas viviendas. Y así llegamos a mediados del siglo XX, con una gran cantidad de casas viejas vacías que fueron aprovechadas por la inmigración española promovida por el régimen de Franco. Progresivamente concentró una cantidad importante de gitanos andaluces. Se toleró la ocupación salvaje, sin pagar alquileres ni impuestos, por parte de una población marginal que no tenía ninguna intención de invertir en los edificios.

Es evidente el atractivo estético de estas casas pintadas de colores, algunas suspendidas sobre el río, ante la playa o en calles pintorescas. Pero las casas no son solo fachada. En alguna ocasión se han hecho campañas de reformas estructurales sin implicar a los propietarios, cosa que suponía un agravio comparativo con el resto de barrios, en los que los propietarios han debido pagar una parte de las reformas. Actualmente, el paseo de San Pedro es la parte más presentable, con las plantas bajas tomadas por negocios de restauración. Últimamente se han acabado las obras de la plaza del castillo derribado por Asfeld en la Guerra de Sucesión de 1709, donde luego se construyó una escuela.

Algunos extranjeros del norte de Europa han comprado a buen precio y recuperado casas típicas en primera línea de playa, pero parece que no encontramos la fórmula para reactivar la vida de la totalidad del barrio viejo. No debe ser tan difícil: en Altea y Benidorm parece que lo han conseguido. Y tampoco debe costar tanto. Partimos de un barrio que tal y como está, cargado de sensaciones y de historia por descubrir poco a poco, se hace querer.

Agustí Galiana es presidente del Institut d'Estudis Comarcals de la Marina Baixa

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