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Los expertos defienden los desembalses realizados por motivos de seguridad

13 pantanos del Guadalquivir alcanzan su máximo y otros 18 superan el 90%

Ginés Donaire

Las inundaciones de los últimos días en varios municipios de las comarcas más occidentales de la comunidad han reabierto la polémica sobre la influencia que han podido ejercer los desembalses realizados desde la cabecera de la cuenca. Ayer, por ejemplo, el presidente del PP andaluz, Javier Arenas, llegó a relacionar las avenidas de Écija motivadas por la crecida del río Genil con el desembalse desde la presa cordobesa de Iznájar, la más grande de la región. Sin embargo, los datos de la Agencia Andaluza del Agua descartan por completo esa hipótesis. La presa de Iznájar, que ayer estaba al 80%, desembalsó los días previos una media de 22 metros cúbicos por segundo y el caudal del Genil superó los 1.000 metros por segundo.

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Tanto el director de la Agencia del Agua, Juan Paniagua, como los expertos consultados por este periódico niegan que las avenidas estén motivadas por la decisión de aliviar agua de las presas. "Los desembalses son necesarios porque cada presa necesita un margen de seguridad para laminar las avenidas", sostiene Juan López Martos, que fuera durante muchos años presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, director del Instituto del Agua y ex consejero de la Junta. A su juicio, lo ocurrido se explica por el carácter "extraordinario" de las precipitaciones de los últimos días. En el embalse cordobés de Martín-Gonzalo se registraron el martes 148 litros por metro cuadrado, y hasta 96 en Écija.

15 pantanos de la cuenca del Guadalquivir aliviaban ayer agua, una consecuencia de que 13 presas han llegado ya a su tope máximo y otras 18 superan el 90% de su capacidad. Los mayores desembalses se produjeron desde el Guadalén (Jaén), con 365 metros cúbicos por segundo, y el Yeguas (Córdoba), con 316. Estos desembalses motivaron ayer caudales superiores a los 3.000 metros cúbicos por segundo en las presas de Peñaflor y Alcalá del Río, que recogen el agua aliviada del resto de la cuenca.

"Cuando el agua llega a los aliviaderos de las presas, la Administración poco puede hacer", admite Pedro Parias, gerente de la federación de regantes Feragua, que apunta que el agua desembalsada en la jornada del martes, unos 500 metros cúbicos por segundo, apenas suponía el 10% de toda el agua que entraba a los pantanos de la cuenca del Guadalquivir. El representante de los regantes (el agua para regadío alcanza el 80% de los recursos totales que se consumen) cree, sin embargo, que la limpieza de ríos y arroyos es muy deficitaria. "Las cuencas están atoradas de barro", señala, y pide a la Administración protocolos más ágiles para la limpieza.

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Juan Clavero, de Ecologistas en Acción, también defiende los desembalses: "Si no existiera la presa de Iznájar no existiría Écija, si se deja que llegue al 100% hubiera sido mucho peor". En su opinión, el fondo de estas avenidas cíclicas es la ocupación de los cauces. "Los ríos se han encajonado hasta tal punto que no tienen capacidad de desagüe".

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