Precisión sobre las filtraciones
En relación con las filtraciones de los cables de la Embajada de Estados Unidos sobre el caso Couso, desmiento que el contenido de las conversaciones mantenidas con los diplomáticos estadounidenses se corresponda con el relato que de ellas hacen. Toda comunicación diplomática parte de la premisa de que el sistema judicial es independiente y no es posible condicionar, ni mucho menos predeterminar, el resultado de un procedimiento. El sistema constitucional español lo hace imposible. En este caso, además, en lo que a mí se refiere, nunca tuvieron lugar.
Los contenidos recogidos en los cables son testimonios indirectos y de parte interesada: los de funcionarios y embajadores estadounidenses a sus superiores, conforme a su propia agenda de prioridades, a sus propios intereses, de acuerdo con su propio lenguaje, intentando trasladar la imagen de que sirven a sus intereses y lo hacen con eficacia. Se trata de comunicaciones siempre interesadas en la relación de los funcionarios con su cadena de mando, sin ninguna garantía de veracidad ni contraste. Una cosa es lo que hacen los representantes estadounidenses, otra lo que cuentan a sus superiores que han hecho y otra es lo que realmente ha sucedido.
Lo que en ningún modo puedo aceptar es que de ninguna conversación con representantes diplomáticos o con homólogos, y mucho menos de unas comunicaciones internas entre departamentos de Estados Unidos, se infiera una falta de respeto a la memoria de José Couso, a su familia y a las gestiones legítimas que han venido realizando para el esclarecimiento de su muerte. Merecen y han tenido toda la consideración y solidaridad por mi parte y por la del Gobierno de España. Tienen la garantía de que en ningún caso se interfirió en este procedimiento; además, hay que recordar que aún sigue abierto.
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