'Mea culpa' de Rosell
El presidente del Barça asume la responsabilidad del viaje rocambolesco a Pamplona y exculpa a Guardiola
A la llamada de ayuda del entrenador, Pep Guardiola, ha respondido hasta el presidente, Sandro Rosell. Acosado en Pamplona por menospreciar a Osasuna y señalado desde medios diferentes por una supuesta connivencia con la federación, el barcelonismo cerró filas después de que el rocambolesco desplazamiento del sábado a Pamplona cuestionara el funcionamiento del club.
"Únicamente pido que nuestra gente no nos deje solos. No espero nada de fuera, pero a los nuestros, este año, les necesitaremos más que nunca". Así se despidió Guardiola el sábado de la sala de prensa. A primera hora de ayer, Rosell ya había mandado una carta pública a los socios y aficionados del Barça en la que carga con las culpas y exime al técnico.
A la junta le cuesta gobernar y el técnico es sometido a un desgaste continuo
"Se ha criticado nuestra falta de previsión, nuestra estrategia de comunicación, y se ha puesto en duda nuestra actuación como club en la gestión de la crisis del sábado", se lee en el documento firmado por el presidente azulgrana. "Yo, personalmente, asumo toda la responsabilidad de lo que pasó en las horas previas al partido", insiste; "yo dirigí las gestiones con la federación y asumo las consecuencias. Creí en la palabra de los dirigentes de la federación y de los rectores de AENA. Y, a pesar de mis errores, lo hice pensando en los intereses del Barcelona".
"Acepto y entiendo que se critique mi gestión, pero me rebelo ante las injusticias", expone Rosell, quien, al mismo tiempo, felicita al equipo por la victoria. "Y es injusto quien acusa a nuestros ejecutivos o incluso, de forma incomprensible, a nuestro entrenador y jugadores de no querer viajar a Pamplona si no era en avión. Es absolutamente falso, injusto e inaceptable, ya que todas las decisiones las tomé y/o autoricé personalmente", remarca para concluir: "Los retos que tenemos por delante son formidables y necesitamos la ayuda de todos".
La junta ha utilizado dos documentos -uno fue emitido antes del partido- para relatar su versión y proteger a Guardiola, que se ha convertido en el portavoz de la institución, en el personaje que pone la cara al Barça, en el saco de los golpes. A veces da la sensación de que el Barça es Guardiola, para lo bueno -sobre todo, en la gestión del equipo- y para lo malo, blanco preferido de los adversarios, muy conscientes de que el técnico provoca la cohesión de barcelonismo.
Al consejo de Rosell le cuesta gobernar y, sobre todo, resolver los problemas más serios: no supo manejarse en el contencioso con Johan Cruyff, el presidente votó en blanco en la acción de responsabilidad aprobada por la asamblea y ningún directivo tuvo capacidad para poner a salvo al plantel profesional del viaje a Pamplona. A Rosell le faltaron reflejos en sus conversaciones con unos interlocutores poco fiables y la información suministrada al entrenador llevó a equívocos, al punto que Guardiola fue puesto a los pies de los caballos ante la hinchada navarra y la prensa. El entrenador acabó por responder públicamente y en persona por una cuestión mal gestionada por el club y, por tanto, digna de ser contada por el presidente o el vicepresidente deportivo, ausentes en una expedición que llegó al estadio navarro a la carrera. Fuentes próximas a la directiva coinciden en afirmar que un buen club es el que sabe corregir los errores y es capaz, cuando toca, "de contrastar con el entrenador en lugar de llevarle la corriente. La personalidad de Guardiola es tan grande que a veces no es fácil decirle las cosas".
A los distintos estamentos de la entidad les cuesta conectar y actuar en una misma dirección pese a las reuniones que el presidente ha organizado en su domicilio con los técnicos. La salida de Joan Laporta y la discreción de la directiva de Rosell han aumentado la vulnerabilidad de Guardiola, sometido a un desgaste tremendo, siempre pendiente de mimar a sus futbolistas.
Así las cosas, Rosell decidió intervenir ayer desde la distancia con una carta que pusiera a salvo a sus compañeros de junta -la mayoría está de puente- y sobre todo protegiera al entrenador, al que nadie hizo ver y/o logró convencer de que se imponía viajar el viernes a Pamplona porque las opiniones de la federación y de AENA no transmitían ninguna confianza. Guardiola se fio del club y el club de Guardiola y un asunto sencillo se convirtió en una crisis. Para suerte del Barça, el equipo sostiene aún al club.
El traslado
- Sábado. 9.00. Los jugadores se concentran en el Camp Nou.
- 13.00. El club les manda a casa pensando que el partido se aplazaba.
- 16.00. Pedrito es el último en subirse al AVE.
- 17.50. Llegan en tren a Zaragoza y prosiguen el viaje en autobús.
- 20.00. Llegan a Pamplona, pero el autocar es retenido junto al estadio de Osasuna.
- 20.49. Empieza el partido, previsto para las 20.00.
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