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FÚTBOL | 14ª jornada de Liga

Una siesta, una carrera

Los jugadores azulgrana pasaron de estar descansando a las prisas

Pep Guardiola pasó un mal rato el sábado en el Reyno de Navarra y a sus jugadores tampoco les resultó fácil llegar al estadio. Enfadado por las bolas de nieve que tiraban unos hinchas a los cristales del autocar, un futbolista respondió mostrando tres dedos de una mano. Y, al final, el marcador fue de 0-3. A los jugadores les sorprendió tanta animadversión, así que al entrenador no le quedó más remedio que dedicar ocho de los diez minutos de la charla a explicar qué había pasado con el rocambolesco viaje a Pamplona.

Los futbolistas se habían reunido el sábado por la mañana en el Camp Nou y mataron el tiempo de distinta manera. A unos les dio por jugar a las cartas, otros miraban la televisión y hubo quien se echó una buena cabezadita. El entrenador, mientras tanto, estaba permanentemente al teléfono en contacto con el presidente, Sandro Rosell, que se puso a su disposición. Hubo incluso una llamada a Mediapro para saber las consecuencias que podría tener el retraso o aplazamiento del partido. El director deportivo, Andoni Zubizarreta, había partido ya rumbo a Pamplona y en las horas previas al encuentro ejerció de interlocutor del Barça con los representantes de Osasuna e incluso con el árbitro.

Osasuna se negó a aplazar al domingo el encuentro, pero aceptó esperar la llegada de la expedición azulgrana, que decidió emprender el viaje alrededor de las tres de la tarde, antes incluso de recibir la comunicación de la federación, que se desdijo de suspender el encuentro.

Guardiola, que había manejado todas las posibilidades, incluso la de que el partido no se jugara el fin de semana, dejó de parlamentar cuando fue advertido de que el equipo podía perder los tres puntos y, además, recibir una sanción de otros tres. El operativo, con el delegado Carlos Naval y la agencia de viajes RACC, funcionó con celeridad, tanto que algún jugador tuvo que dejar el coche en la calle para poder pillar el AVE a Zaragoza cuando fue localizado por teléfono de urgencia. Un miembro del gabinete de prensa y el asesor Josep Maria Fusté representaban al club en la expedición porque el vicepresidente Jordi Cardoner había viajado a Pamplona en coche para reunirse con las peñas.

A Guardiola le llovieron toda clase de improperios en el campo por entender que había sido el responsable del retraso con el que llegó el equipo y no que había estado a expensas de las negociaciones de Rosell con la federación y AENA. El entrenador tenía mucho respeto al partido y al rival, de ahí que optara por poner al equipo titular después de no haber dado prácticamente la charla táctica. Al final, el equipo jugó de maravilla y salió contento de Pamplona. "El Barça nos debe estar agradecido porque el reglamento nos amparaba para haber suspendido el partido y reclamado los tres puntos, pero para nada pasó por nuestra imaginación esa opción", aseguró Patxi Izco, el presidente del club navarro a Com Ràdio; "los azulgrana pecaron un poquito de exceso de confianza".

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