"Los vascos no hemos agradecido a Chillida todo lo que nos ha dado"
El escritor Ramón Saizarbitoria conoce de primera mano el museo Chillida-Leku, cuyo cierre, que enmarca dentro de un proceso más amplio de crisis cultural en Guipúzcoa, le ha decepcionado profundamente.
Pregunta. ¿Qué supone el cierre de Chillida Leku para la cultura vasca?
Respuesta. Independientemente de que la cultura sea vasca, española o internacional, me parece que el cierre de Chillida- Leku es una pérdida de un espacio impresionante. Creo que los donostiarras y los vascos no hemos agradecido a Chillida como escultor y como persona todo lo que nos ha dado. Pienso que el hecho de que Chillida fuera tan sobrio, tan elegante y tan aristocrático en el buen sentido de la palabra tal vez sea algo que no resulte muy popular.
P. ¿Cómo ha acogido la clausura del centro?
R. Con mucha tristeza, pero estoy seguro de que se tiene y se va a resolver. Chillida-Leku es una de las no muchas cosas que podemos ofrecer al visitante. No es solo un museo. Hay por todo San Sebastián esculturas de Chillida que no son apreciadas. Algunos de los regalos que Chillida hizo a la ciudad están marginados.
P. ¿Por ejemplo?
R. Hay un busto precioso en el castillo de La Mota, a la espalda del Sagrado Corazón, o una escultura de alabastro en el baptisterio de Santa María. Conozco a gente de San Sebastián a la que se lo he tenido que enseñar o a visitantes que se quedan asombrados de ver eso. Verdaderamente, con todo lo que quería y lo que hizo por este país, no hemos sido suficientemente agradecidos.
P. ¿La gestión del museo ha sido la idónea?
R. Me parece que como museo está muy bien todo lo que han hecho. Los usos más allá de la exposición y la obra del escultor siempre han sido exquisitos.
P. Hay quien reclama más exposiciones temporales.
R. No sé si esa tendría que ser la vocación de Chillida-Leku. Tenemos la idea de que a los museos vas una vez y ya está. Sin embargo, debería ser al revés. Pasa como con algunas canciones, que te gusta oírlas una y otra vez. Si la solución fuera esa, Chillida-Leku no está bien ubicado para ello. Hay espacios en la ciudad con los que no se sabe qué hacer, como Tabakalera. Cada edificio emblemático que se queda vacío se convierte en museo en este país. Más bien es un problema de cultura, de pensar si necesitamos y nos merecemos el museo. Estoy seguro de que en cualquier ciudad alemana esto no sería un problema.
P. ¿Es posible que Chillida-Leku salga de Euskadi?
R. Quiero creer que eso tendría un coste político enorme. De lo que estoy absolutamente seguro es de que el museo se valoraría mucho más en otra parte. Me sorprende el desinterés que hay en esta ciudad por Chillida.
P. ¿Padece Guipúzcoa una crisis cultural?
R. Proliferan los proyectos, pero, con todos mis respetos, creo que no se pueden comparar los esfuerzos que se han hecho en el Museo Balenciaga con los que se han hecho con Chillida-Leku. Desde el punto de vista institucional, tendrían que racionalizar los esfuerzos en museos. Lo mismo cabe decir con el Orfeón Donostiarra. Aquí no tienen ni sede, y en todo el mundo se asombran cuando conocen que es un grupo amateur. En esto, los bilbaínos lo hacen mejor, me da la sensación. Por ejemplo, cuidan y se sienten orgullosos del museo de siempre, el de Bellas Artes. Culturalmente aspiramos a una capitalidad, pero somos poca cosa. No hay vida cultural en esta ciudad. Vida cultural no es organizar un festival de cine. Es ir al cine, leer u oír música.
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