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Reportaje:SI LOS EDIFICIOS HABLASEN...

El vacío escenario del crimen

El arquitecto de un edificio de la plaza de España fue asesinado frente a su obra

Probablemente lo último que vio Manuel Martínez Ángel antes de morir asesinado en la acera fue su gran obra, la Real Compañía Asturiana de Minas. El arquitecto construyó a finales del siglo XIX el enorme edificio que aún ocupa la esquina de la plaza de España con Bailén. Un palacio industrial ecléctico, con una recargada fachada principal al gusto francés, como de elegante palacio burgués, que oculta una sobria estructura de hierro y cristal. Sus cubiertas contenían la mayor cantidad de zinc en un solo edificio de toda Europa. Dentro había un enorme almacén, las oficinas de la empresa belga y las viviendas de sus delegados.

Además de proyectar el edificio, Martínez Ángel era el director de la compañía y residía en sus suntuosas dependencias. Los pisos vacíos, distribuidos en torno a una preciosa escalera doble, conservan, a pesar de que el edificio lleva más de seis años vacío, los elegantes parqués y vidrieras, los ricos mármoles y molduras bajo una capa de polvo. En los frescos de sus techos aún vuelan pesados angelotes. El inmueble, parte de la veintena de edificios que la Mutua Madrileña tiene en la ciudad (con un índice de ocupación del 93%), albergó la Consejería de las Artes de la Comunidad, pero lleva años esperando nuevo inquilino para sus más de 4.000 metros cuadrados. La crisis ha ralentizado las ofertas -entre los proyectos que al final no cuajaron había una reforma de Phillipe Stark-. Los dueños creen que sería perfecto como un exclusivo hotel. Mejor ubicado no puede estar y la fachada ha sido recientemente restaurada. Aunque el interior necesita una obra, mantiene intacta su estructura y su relumbrón de antaño.

El homicida tenía la misma profesión, pero nunca construyó nada

El lunes 16 de octubre de 1933, Manuel Martínez Ángel salió de su casa a las 11 de la mañana. En la acera, según los reporteros de la época, se le acercó un hombre joven al que saludó y luego dio la espalda. El joven sacó entonces una pistola y disparó contra el ilustre arquitecto de 67 años. Dice el vespertino Heraldo de Madrid: "Acto seguido, de forma tan rápida que ni a los más próximos permitió evitarlo, el joven introducía el cañón en su boca y disparaba de nuevo. Otras dos detonaciones y dos hombres, uno cerca del otro, tendidos en tierra y bañados en su propia sangre".

En la foto del suceso, los guardias urbanos posan ante los cuerpos cubiertos con sábanas y se pueden ver los forjados de hierro de los ventanales del almacén. Hoy, en la enorme nave vacía de columnas forjadas y bóveda de cristal, solo está el coche del guarda. Los vecinos de la zona se asoman cada día al diáfano espacio con un nuevo rumor: van a hacer una sala de exposiciones, un mercado, un aparcamiento... Pero nada. Y mientras el inmueble se muere, y no solo porque el mantenimiento sin plusvalía es un gasto enorme, sino porque nada mata más un edificio que estar vacío.

El asesino del arquitecto fue también un arquitecto. Se llamaba Manuel Lillo y nunca construyó nada. Acabó con honores la carrera pero a los 32 años aún vivía con su madre y no había encontrado trabajo. Creyó que por sus orígenes modestos y sus ideales ("temperamento exaltado para cuanto significase la dignificación de los parias", según el Heraldo) había una confabulación en su contra. Fue muchas veces a pedir trabajo a la Compañía de Minas, pero le contestaban con un "vuelva usted mañana". Cuando le suspendieron en la oposición a arquitecto municipal, Martínez Ángel era uno de los vocales del Tribunal. El crimen fue su venganza.

En la chaqueta del asesino suicida la policía encontró la papeleta de una casa de empeño en la que había pignorado hacía unos días su reloj de bolsillo. "Teníala en la cartera junto a diez pesetas con treinta y cinco céntimos", se lee en el Heraldo, "quizá las últimas ante un porvenir que se presentaba para el joven arquitecto tan negro como largo". Todo es economía.

Desde uno de los magníficos torreones del edificio, que tiene la máxima protección como monumento, la vista de la plaza de España es espectacular. Frente al mirador, que uno imagina como una fabulosa suite, se alzan otros dos gigantes huecos, el edificio España y la Torre de Madrid. Los tres esperan dormidos a ser habitados para que, crisis mediante, esta ciudad vuelva a ser algo más que fachadas hermosas llenas de historias antiguas.

El techo de una de las viviendas del edificio.
El techo de una de las viviendas del edificio.CRISTÓBAL MANUEL

Real compañía asturiana de minas

- Autor. M. Martínez Ángel.

- Construcción. 1895-1899.

- Estilo. Ecléctico.

- Ubicación. Bailén, 1 (Plaza España).

- Función. Oficinas y viviendas, actualmente vacío.

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