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ELECCIONES CATALANAS

Un federalista contra un soberanista

Montilla y Mas rivalizan por mantener Cataluña en la vía estatutaria o salirse de ella - El líder nacionalista pasa página al pujolismo y se declara independentista

Miquel Noguer

José Montilla intentó imprimir trascendencia a las elecciones de hoy asegurando que los catalanes deciden algo más que un Gobierno para cuatro años. "Nos jugamos el futuro de toda una generación", proclamó el presidente de la Generalitat nada más convocar los comicios. Lo dijo porque los rigores de la crisis y de la deuda que arrastra la Generalitat obligarán a aplicar drásticos e impopulares tijeretazos. Pero sobre todo porque, después de siete años marcados por la negociación, aprobación y posterior recorte del Estatuto de Autonomía, el mensaje independentista ha calado en sectores amplios de la sociedad catalana. Hasta tres partidos lo ponen como punto primero y casi único de su programa.

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Convergència i Unió, que, si los pronósticos no fallan estrepitosamente, se hará con el Gobierno catalán en pocas semanas, tampoco ha sido ajena a esta radicalización. Por primera vez tiene opciones de gobernar Cataluña alguien que, como Artur Mas, afirma sin ambages que votaría en un hipotético referéndum de independencia.

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Artur Mas asegura que el Estatuto está ya "en vía muerta" y se proclama independentista, aunque inmediatamente después aclara que no piensa convocar ahora un referéndum de este tipo. El candidato nacionalista busca con ello repescar lo que pueda del discurso de Jordi Pujol, al que todos sus rivales le atribuyen el mérito de haber estado más de 20 años en primera línea política sin que nadie supiera exactamente si era o no independentista.

Mas intenta presentarse, en definitiva, como el soberanista que llevan dentro muchos catalanes de tradición moderada. Votarían a la independencia con condición de que no hubiera grandes estrépitos económicos ni divisiones en la sociedad. Ante la duda, mejor esperar. Y mientras tanto tratar de arrancarle al Gobierno central tantas competencias como sea posible. Se perfila, pues, una vuelta a la política del peix al cove (pájaro en mano) que Jordi Pujol supo convertir en arte.

Mas, sin embargo, sabe que tiene que envolver su discurso con un papel diferente. El nuevo envoltorio lo puso el último congreso de Convergència Democràtica, en 2008. Desde entonces, el objetivo es lograr el "derecho a decidir", término ambiguo que tanto sirve para reclamar la gestión de infraestructuras como para reivindicar un improbable referéndum de autodeterminación.

Pero si Jordi Pujol no logró que Convergència tuviera un único discurso en torno a estos asuntos, menos aún lo está logrando Artur Mas. Si bien el entorno más próximo al candidato es claramente soberanista, comenzando por Oriol Pujol, hijo del ex presidente, no es menos cierto que el socio minoritario de la federación nacionalista, Unió Democràtica sigue apostando por el entendimiento con el resto de España.

La base común que han encontrado Convergència y Unió Democràtica es la reivindicación de un trato fiscal para Cataluña similar al del País Vasco o Navarra, el concierto económico. No han dicho cómo conseguirlo, pero sí han logrado convertir esta promesa en el eje de su campaña.

El líder de los socialistas catalanes ha aprovechado las contradicciones internas de la federación de Artur Mas para reprocharle que no hable claro. "¿Está o no CiU por la independencia de Cataluña?", ha reiterado Montilla en todos sus mítines. El PSC presume de tener muy claro su modelo de encaje de Cataluña en España. Montilla se proclama federalista, ahora más que nunca para desmarcarse de sus socios de ERC, y su partido ha aprobado en sus congresos que se debe reformar la Constitución para jubilar el actual estado autonómico e ir a una España federal. La reforma del Senado para convertir esta Cámara en auténtico reflejo del poder territorial debería ser el primer paso.

Lo que no ha logrado el PSC es convencer de todo ello al PSOE, su partido hermano. Si el empuje de los socialistas catalanes fue decisivo para que José Luis Rodríguez Zapatero alcanzara La Moncloa en 2004, el PSC ha asumido finalmente que la España plural ha quedado relegada a un tercer plano en la agenda del presidente. Montilla promete que si gana intentará que el PSOE vuelva a esta senda con la recuperación de las partes del Estatuto recortadas por parte del Tribunal Constitucional. Enfrente tiene a Artur Mas, a quien el Estatuto se le ha quedado pequeño y ya solo piensa en el concierto económico.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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