Y los indios pasaron de los vaqueros
Este fin de semana ha comenzado la iniciativa más bonita, admirable y compleja de todos los festivales que se celebran en Madrid: la semana de cine experimental, 20 años dedicados al otro cine con una pasión y un rigor encomiables. Para sus organizadores, empezando por su padrino, José Luis Borau, ese otro cine no es solo el de arte y ensayo, sino el nacido en países o surgido de movimientos que nunca verán las salas de exhibición. Si en esta edición hay ciclos dedicados al cine afgano, a películas malditas españolas y, además, la sección oficial sobresale por su calidad, tampoco hay que perder de vista a la sección de cine amerindio, un movimiento que empezó a tener voz propia en 1990 y que ahora ve a un puñado de directores contando la historia de los nativos de Norteamérica. Como Barking water (Sala Berlanga, calle Andrés Mellado, 53; el miércoles 24 a las 18.00), el viaje de Frankie e Irene, cincuentones con más de media vida a sus espaldas como matrimonio, que emprenden esta travesía de redención a través de Oklahoma. Actores indios dirigidos por un realizador creek y semínola, Sterlin Harjo. Una delicia.
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