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ALFONSO PAZ ANDRADE | Vicepresidente de la caja única gallega

"La caja tiene que desinvertir, pero no es momento de vender Pescanova"

Llega a su despacho con el último libro de Manuel Rivas, Todo é silencio, bajo el brazo. "Uno de los personajes dice: 'Los pies son para andar, las manos para palpar y la boca para estar callados'. Deberíamos escuchar más y hablar menos", reflexiona Alfonso Paz Andrade (Vigo, 1940). Se refiere a lo que ha ocurrido con las cajas de ahorro, que enseguida monopolizan la conversación. Procedente de Caixa Galicia, en diez días será uno de los cuatro vicepresidentes de la caja única. Dice haber oído muchas barbaridades, "demasiadas", durante la negociación. Pide reflexión para un proyecto que "se puede convertir en fugaz si no somos capaces de arraigarlo". Para descargo de los directivos apunta a que tendrán que tomar muchas decisiones más relacionadas con la crisis planetaria que con sus deseos. Ve a Pescanova, donde las cajas participan con un 25%, como un activo estratégico. Aún reconociendo que no se plantean vender, habla de un futuro borroso por el contexto económico en el que todo cabe.

Pregunta. ¿José Luis Méndez ha acabado su ciclo en la caja?

Respuesta. No, Méndez es una de las figuras singulares del panorama financiero gallego e incluso nacional. No se puede hablar de ciclos, sino de opciones personales, y tal vez de un gesto de coherencia y de generosidad para facilitar un proceso trascendental para Galicia.

P. El Banco de España pudo tener un papel importante en esa decisión, igual que el pacto no escrito por el que Caixanova lo habría excluido.

R. No podemos hablar de rumores, sino de hechos reales o constatables. Puedo decirle, como persona próxima a José Luis, lo que me consta. Es un profesional con un gran conocimiento de la estructura financiera en España.P. Cómo se interpreta entonces el segundo plano en el que ha estado Méndez durante la negociación.

R. Lo interpreto como una opción personal. Es muy legítimo que una persona no consagre toda su vida laboral a una misma actividad. Entendiendo como entendió que la fusión era importante para Galicia, qué menos que facilitar las cosas. No hay que pararse en lo anecdótico. Hoy tenemos que estar satisfechos como país. Nadie duda que dos instituciones como Caixanova y Caixa Galicia, magníficamente gestionadas por equipos muy selectos, estaban en un ciclo que tocaba a su fin, pero no por la capacidad de sus directivos, sino porque nos hemos enfrentado a unas circunstancias financieras sin precedentes en la historia económica del mundo. Hay que tenerlo presente en todo momento. Cuando se habla de que en diez años tendremos lo que se llama basket of one currency, la cesta de una moneda única que aglutine al resto de las monedas del mundo, un banco mundial que dé coberturas... Cuando hablamos de esa incertidumbre que no controlamos, tenemos que hacerle frente de forma racional e inteligente. Pocos dudan hoy de que las cajas no podían continuar solas.

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P. Descontando que las circunstancias obligaban, ¿Caixa Galicia negoció bien esta fusión?

R. La fusión la negociaron dos equipos profesionales que lo han hecho bien. Pero el debate, que debería haber sido técnico, se ha convertido en un debate social y hasta de marujeo.

P. ¿Lo dice por los hijos de Méndez?

R. Lo digo porque ¿quién no habló públicamente sobre la fusión? Aquí no se calló nadie. Antes de empezar debimos haber leído a Manuel Rivas. Ese exceso no ha aportado el sosiego suficiente para tomar medidas difíciles y trascendentes. Galicia no podía perder un activo financiero que significase el 50% de su capacidad; un activo inmobiliario como el que ambas tienen; un activo cultural inmenso. ¿Cómo podríamos sentirnos satisfechos si eso se marchase?

P. El 5 de mayo, el presidente Zapatero y Mariano Rajoy acuerdan impulsar las fusiones de cajas cuando la gallega aún no se había decidido. Esa misma tarde ustedes tienen en Santiago una tensa reunión con representantes del Banco de España, Caixanova y la Conselleira de Facenda. ¿Qué ocurrió?

R. No puedo contarlo porque entra dentro de la confidencialidad. Sí puedo decir que fue trascendental, determinante para todo lo que sucedió después. El Banco de España no estuvo a la altura de las circunstancias en ese momento, se sintió ofendido y se levantó de la reunión. Seguramente fue una mala interpretación. La conselleira tuvo un magnífico día que pudo no haber tenido. Salí impresionado de su actitud. Marcó la hoja de ruta a seguir.

P. El 13 de mayo, Julio Fernández Gayoso habló con los sindicatos para transmitirles que iba a ser la fusión más difícil de España, que Caixanova se quedaba con más cosas que Caixa Galicia...

R. Conozco a Julio desde hace más de 60 años. Mi estima por él a nivel personal es inmejorable. Cualquier cosa que diga la voy a tener como algo dicho con consistencia. Al final las cosas se dicen en un entorno y en un escenario. Yo podría decir que aquí nadie se queda con nada. Ese es el desenfoque que se ha hecho de esto. Las cajas de ahorro no son de nadie, son instituciones muy vinculadas al pueblo de Galicia. El que estén unos u otros tiene poca importancia. Hay que acertar en las decisiones, es tan simple como eso. El paso que se ha dado se puede convertir en fugaz e interino si no somos capaces de arraigar un proyecto financiero serio que responda a las dimensiones crecientes de la industria, del comercio y de la sociedad gallega. Y esa es otra de las circunstancias por las que creo que esta fusión estaba justificada hace diez años. Voy a hacerle una confesión: se lo pedí a Don Manuel Fraga un par de veces.

P. ¿Y qué le contestó?

R. La primera vez con una amable evasiva. La segunda me contestó con una colleja y no volví a insistir por respeto a la edad (risas).

P. Entonces cree que se perdió el tiempo.

R. Sí, piense en el golpe de efecto que hubiese sido fusionar las cajas hace cuatro años.

P. Despedir a 1.000 personas hace cuatro años igual no se hubiese entendido como ahora.

R. En aquél momento no habría que haber recurrido a despidos tan masivos. Además, no hubiéramos hecho los crecimientos que hemos hecho. Se habría mantenido todo el equipo.

P. Hace unos días, el nuevo director de la caja tuvo que poner orden en la plantilla por las peleas que ya se empiezan a manifestar. ¿Será muy difícil integrar las culturas de una y otra?

R. Sería malo que no fuera difícil. Estamos en un proceso complicado, pero no nuevo ni poco estudiado. Los ingleses lo llaman growing pains, dolores de crecimiento, pero nada que no sea superable.

P. José Luis Pego tampoco descartó que entrada al capital privado en la caja.

R. Creo que es hacer futuribles. Todas las opiniones son muy válidas pero hay factores exógenos de gran magnitud que no podemos controlar. Todavía queda mucho camino por recorrer.

P. ¿Cómo se explica que amplíen capital en la constructora como Sacyr cuando declaran querer volver al negocio tradicional de tomar y prestar dinero?

R. Esa operación tiene un carácter puramente técnico.

P. ¿Van a desinvertir en Pescanova?

R. (Silencio) ¿Cómo quiere que le conteste, como accionista y consejero de Pescanova? Dentro de la caja no está planteado ese supuesto porque no es momento de plantearse ese supuesto. Como consejero de Pescanova me siento muy satisfecho de que el accionista de referencia sea la única caja gallega. Esa es la situación actual. ¿El futuro? Habrá que desinvertir en el momento en que haga falta y sea aconsejable desinvertir. Seguramente se va a seguir un criterio natural, que es preservar aquellas inversiones estratégicas que tengan mayor arraigo dentro de nuestra comunidad.

P. Y Pescanova lo es.

R. Claro.

P. Pero las ventas ya han comenzado, y en empresas señeras de Galicia como R o Reganosa.

R. ¡Y fíjese cómo está Fenosa!, pero son cuestiones exógenas.

P. Sin embargo se trataba de un importante patrimonio del que usted hablaba antes.

R. ¿Tiene alguna duda de que, si las cajas estuvieran fusionadas cuando se vendió Fenosa, no hubiese dejado de ser gallega? Yo estoy seguro de eso. Nos faltó dimensión, capacidad. De ahora en adelante los proyectos gallegos tienen que ser priorizados, estoy seguro de que ese es el sentir de todos.

P. ¿Qué ocurrirá si no se logra vender oficinas?

R. Se venderán. El ajuste que se está haciendo es un ajuste muy humano, muy social, muy comprometido con las bases laborales.

P. El Gobernador del Banco de España apremia a las cajas para que se conviertan en bancos.

R. Parto de la base de que son instituciones atípicas, de gran utilidad social, difícilmente repetibles, dada la voracidad capitalista que impera en los sistemas internacionales. En un país como Galicia, secularmente marginado, un país al que se le ha ordeñado hasta su propio ahorro, las cajas han desempeñado un papel trascendental. Desde un ámbito internacional, como es mi actividad y mi vida, ahora no tendría sentido crear una caja de ahorros. Pero cuando tenemos unas instituciones con unos activos tan importantes estaríamos desacertados si no tratásemos de preservarlos en su esencia social, cultural y solidaria.

P. ¿Hasta qué punto sufrirá la inversión en obra social?

R. No es previsible que crezcan los fondos destinados a ella, pero se mantendrá la tónica de los últimos años.

P. ¿Qué opina de que en la dirección de la caja única haya 69 hombres y cuatro mujeres?

R. Esto está muy mal. No era consciente de ello. Supongo que si hacemos el análisis global de la pirámide laboral hay un 20% o un 25% más de mujeres, pero la pirámide de edad es muy distinta. Seguramente eso será corregido muy pronto.

P. La pirámide de edad en los órganos de gobierno también ha sido muy criticada.

R. Me doy cuenta, en mi nueva dimensión vital, que la experiencia es utilísima. Y desgraciadamente solo se consigue con los años. Tampoco se puede despreciar esa experiencia.

P. Cuando acabe el periodo de transición, en el 2014, ¿se verán caras nuevas en el gobierno de las cajas?

R. Sí, seguro.

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