La red social cobra vida en Barcelona
"Estabas en la FNAC con tu gorro de lana y no te decidías entre Blood on the tracks y Planet waves. Quise decirte que compraras el primero y tomaras un café conmigo, pero no me atreví". Este mensaje podría haber aparecido en la sección Te Vi de EP3, el tablón en el que tratar de enmendar las circunstancias por las cuales un día no pudiste, por ejemplo, iniciar una relación comentando el mejor disco sobre una separación jamás escrito. "Hemos analizado los comportamientos del público en el punto de venta, y a no ser que seas una persona muy extrovertida, no te comunicas con los otros clientes. Llegas a casa y piensas en que debías haberle dicho algo a aquella chica, pero es demasiado tarde", comenta Carles Farrerons, de 27 años, socio fundador de Knowhouse, una empresa barcelonesa que, mediante soluciones tecnológicas, pretende mejorar la relación entre cliente y marca. Por el camino, y sin renunciar a lo primero, parece haber hallado la forma de relacionar a los clientes entre sí. Sospechábamos que los museos son los mejores sitios para ligar y que las mejores tertulias suceden en la sección de novela extranjera de la Casa del Libro. Con su invención afirman poder facilitarte encontrar el amor ante un Pollock, o a tu sparring intelectual junto a las traducciones de Kingsley Amis.
Su creación, cuyo nombre provisional es AVIM, podría definirse a grandes rasgos como un videomatón con opciones de Facebook. El usuario se registra y crea un perfil básico que se acompaña de un mensaje en texto o vídeo. Los siguientes usuarios que se acercan al dispositivo —ubicado en una de las paredes de un local— pueden navegar a través de una pantalla táctil que le da al invento la apariencia un de iPhone gigante. Dejan nuevos mensajes o responden a los escritos por otros antes. Cuando uno recibe una respuesta, esta le llega inmediatamente a su correo electrónico.
El primer dispositivo en funcionamiento se encuentra en el Urbany Hostel, un albergue juvenil de Barcelona. "La empresa nos explicó que tenía en su establecimiento una zona común en la que sus huéspedes, a pesar de estar predispuestos a forjar amistades, no se relacionaban. Querían dotar al espacio de una herramienta que facilitara la primera aproximación. Muchos no se atrevían a decirse nada mientras estaban allí, pero luego llegaban a sus casas y se buscaban por Facebook. Mediante nuestro dispositivo, uno deja un mensaje explicando que esta noche quiere ir a bailar. Los que lo ven y les apetece irse de fiesta con esa persona, le responden y quedan", recuerda Farrerons.
Ahí radica una de las características diferenciadoras de este invento. Mientras las redes sociales parecen haberse convertido en un fin en sí mismo, o en la feria en la que cuatro vanidosos retransmiten en directo su vida y millones asisten narcotizados al espectáculo, este instrumento recupera la idea de red social como medio. "Sin un contacto personal posterior, nada de esto tiene sentido", recuerda Edward Hollands, de 27 años, el otro fundador de la compañía. "Se fomenta la interacción facilitando la primera aproximación, que es siempre lo más complicado. Pero el resto ya es cosa suya". Aquí no se viene a colgar links de YouTube o a comentar fotos.
El dispositivo pretende ser aplicado en gimnasios, universidades, centros comerciales Base de datos y feedback para las marcas, algo con que entretenerse y hasta relacionarse para los usuarios. Edward y Carles afirman que estrecha más y mejor el vínculo entre empresa y cliente que un chupito gratis, o un dos por uno. En este país, eso es decir mucho. "Se ayuda a crear un vínculo emocional con la marca. Si en su establecimiento conociste a un buen amigo o a tu novia, sin duda, tu imagen de esa firma será positiva, y querrás volver", sentencia Farrerons.
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