"Sigo siendo pro Zapatero pese a los errores"
Entra en el restaurante justo detrás del secretario general del Grupo Parlamentario Socialista, Eduardo Madina. Cosas que ocurren por comer en las inmediaciones del Congreso: "Qué casualidad, pero no le conozco". Ha elegido ella el restaurante Nippon, "uno de los japoneses de Madrid con mejor relación calidad precio". Y además está al lado del Bellas Artes, donde hoy estrena Amar en tiempos revueltos en versión 3D: han trasladado la exitosa serie de Televisión Española a las tablas del teatro. Cayetana Guillén Cuervo (Madrid, 1969) lo tiene claro, nada de menús: "Sushi y maki de salmón y atún, que los otros no me gustan, sopa de miso y ensalada de algas". Ella pide por las dos: dos, dos y dos. Ser la menor de tres hermanos no ha hecho mella en sus dotes de mando.
La actriz lleva al teatro su personaje en 'Amar en tiempos revueltos'
Le acompaña un "vozarrón" grave y mucha labia adornada con expresiones coloquiales, cuando no tacos. "Quizá eso me ha dado fama de borde y de tía decidida, aunque soy extremadamente vulnerable y dependiente de la opinión de los demás". Desde luego, si maneja su vida con la misma destreza que los palillos, no parece que le vaya mal, a pesar de que la opinión publica (o publicada) la haya metido en la cama con cualquiera: "Cualquiera no: Aznar, que es lo más lejano a mí ideológicamente; aquello me causó estupor".
Ha decidido definirse "como comunicadora y actriz" y, aunque no están precisamente de moda, sigue usando palabras como "progresista" o "feminista" que delatan un compromiso político: "Sigo siendo pro Zapatero, me parece un tío honesto y buena persona, y eso me gana a pesar de los errores cometidos". Estos últimos mejor no especificarlos, al fin y al cabo todo queda en casa desde hace 12 años que presenta el programa de cine español Versión Española en la primera cadena de la televisión pública (sin publicidad), "aunque el tema de la financiación del ente público está sin solucionar...".
Entre las cucharadas de sopa, lo de la progresía y el feminismo viene a colación del papel de Estela de Val, su personaje en la serie y ahora en el teatro: "En los cincuenta las mujeres necesitaban permiso de sus maridos para viajar. Estela es una mujer moderna para su tiempo, que se comporta como un tío y por eso me gusta. Esas activistas nos han abierto el camino para que nosotras vivamos hoy como nos dé la gana. Por eso olvidar me parece una falta de respeto, y más ahora que está de moda la recuperación de la memoria histórica".
Durante la conversación llega a la conclusión de que ser feminista hoy tiene que ver con la conciliación de la vida laboral y personal. Desde que hace cuatro años dio a luz a su hijo Leo, apenas va al cine -"lo último que he visto es Gru el villano, una peli de dibujos"-, ya no devora libros y lo de salir... "muy poco". Detrás de Cayetana late un miedo que atraganta el sushi, dice que es un miedo a la pérdida que enseguida se transforma en recuerdos: los lunes esperando tras la verja del colegio a que la recogiera su padre o todas la veces que busca en su Blackberry esa memoria enciclopédica de su progenitor: "Ahora no puedo llamarle". Y, sin postre, corre a maquillaje.
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