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Miñarro, el productor de cine que resiste al mercado

El catalán presenta cuatro películas en Cineuropa

"Mi desgracia es que me llegan proyectos muy buenos en los que no puedo participar", lamenta el productor catalán Lluis Miñarro. Se refiere a Todos vós sodes capitáns del gallego Óliver Laxe, premio de la crítica en Cannes. Aunque comenzó en la publicidad y sólo lleva siete años dedicado al cine, se ha labrado fama de arriesgado y de antagonista del productor comercial. Con ese renombre se plantó ayer en Santiago para presentar sus cuatro películas que participan en el festival Cineuropa. Las premiadas El tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas, del tailandés Apichatpong Weerasethakul; O estranho caso de Angelica, de Manuel de Oliveira; La mosquitera, de Agustí Vila, y Aita, de José María de Orbe, son todo su trabajo del último año y medio y también una muestra de su "resistencia contra la dictadura del mercado", como expresó el director del festival, José Luis Losa.

"El cine comercial distorsiona y vicia la mirada" del público, afirma

En su discurso, Miñarro refrendó las palabras de Losa y aseguró que la política cultural "está dominada por la industria". Para el productor, el cine comercial "distorsiona y vicia la mirada del espectador", pero también la "burda" programación de la televisión o el lenguaje rápido de la publicidad, por lo que cada vez es "más difícil" que las películas fuera de circuito lleguen a los espectadores. A pesar de estar firmada por De Oliveira, O estranho caso de Angelica no tiene aún distribuidora en España. Para rodarla, fue necesaria una coproducción a tres, o como en el caso de la ganadora de la Palma de Oro en Cannes, El tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas, en la que participan cuatro productoras. Por ello, Miñarro defendió la existencia de festivales como Cineuropa, que son una "ventana de oxígeno, resistencia y libertad" para el cine comprometido. "Sin este tipo de circuitos estaría abocado al fracaso", sentenció.

La falta de educación cinematográfica, "cuando es la representación artística más adecuada para el momento en que estamos", afecta también "malformar" al espectador desde el punto de vista de Miñarro. "En la sociedad existe una perversión con respecto a la cultura, de forma que no se habla de las mejores películas, sino de las más vistas", esta visión, dice, "da munición" a los que "no quieren que exista cine" de autor.

Miñarro, que participó también en una mesa redonda para tratar la producción de cine en épocas de dificultad económica, insistió en que "cada vez es más difícil" hacer películas, porque la cultura es "el maquillaje del sistema y en tiempos de crisis se arrincona". "Esta es una gran falacia porque la cultura es la seña de identidad de la democracia", afirmó. A pesar de sus cuatro películas en circulación y los premios, Miñarro se despidió con un mensaje pesimista: "La cultura es la seña de identidad de Europa y está amenazada".

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