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Reportaje:

La música visual de Mestres Quadreny

Arts Santa Mònica recorre con una exposición el universo del compositor catalán, pionero de la música aleatoria y electroacústica

El diálogo musical con lenguajes artísticos diferentes del de la música ha sido una constante en la obra del compositor Josep Maria Mestres Quadreny (Manresa, 1929), pionero en Cataluña de la música aleatoria y electroacústica. De formación científica -es licenciado en Química-, su encuentro en 1955 con el pintor Joan Miró marcó definitivamente su trayectoria creativa. "Ha influido en mi manera de trabajar. Sin Miró, mi música no sería como es", confiesa. Ahora, el centro Arts Santa Mònica de Barcelona recorre su universo en la exposición Josep Maria Mestres Quadreny, de Cop de poma a Trànsit boreal. Música, arte, ciencia y pensamiento, abierta al público hasta el próximo 9 de enero, de la que son comisarios el musicólogo y director del Festival de Torroella de Montgrí Oriol Pérez Treviño y el responsable del ámbito de Artes de Arts Santa, Mònica Manuel Guerrero.

"Joan Miró ha influido en mi manera de trabajar"
Partiendo de la poesía visual de Brossa inventó nuevas partituras
El autor ha trabajado también con Tàpies, Vilèlia y Perejaume
En su obra, ha perseguido recrear el azar y el desorden

El punto de partida es la obra pluridisciplinar, convertida en libro de bibliófilo, Cop de Poma, de 1963, un proyecto artístico que lideró Joan Miró y en el que participaron el escultor Moisès Villèlia, el también pintor Antoni Tàpies, el poeta Joan Brossa y Mestres Quadreny, y concluye con la última obra del compositor, Trànsit boreal, una partitura electroacústica aleatoria compuesta para la ocasión con estructuras generadas por ordenador que los visitantes de la exposición van modificando durante su recorrido a través de un sensor que registra los movimientos.

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Entre uno y otra, en la exhibición se muestran partituras, libros de bibliófilo, pinturas, móviles, poemas objeto, dibujos, fotografías, discos, compactos, objetos, carteles y programas que configuran el singular universo del compositor, quien, partiendo de la poesía visual de su amigo Brossa, no dudó en inventar nuevas y originales partituras, de hecho, músicas para ser vistas más que para ser tocadas, para adaptarlas a las singulares estructuras de sus obras, una de las cuales, Quartet de catroc, fue incluida por John Cage en 1967 en su libro y exposición Notations.

Si influido por Joan Brossa, Mestres Quadreny convierte parte de sus partituras en artísticas creaciones de música visual, siguiendo a Miró ha perseguido recrear el azar y el desorden en su obra. Pero por si la singularidad del compositor fuera poca, ya a principios de la década de 1960 se interesó por la composición musical con ordenador, y con los conocimientos de la matemática de la probabilidad que adquirió en 1967 de Eduard Bonet y la colaboración, al año siguiente, del informático Lluís Callejo creó un programa de composición por ordenador del que surgió Ibèmia (1969), la primera partitura compuesta con esta tecnología en Cataluña.

"Mestres Quadreny es la figura de la vanguardia musical más destacada después de Robert Gerhard, alumno de Arnold Schönberg que introdujo en España el dodecafonismo en 1928", asegura Oriol Pérez Treviño, quien recuerda cómo el compositor manresano fue, junto a Tomás Marco, invitado en 1974 a dar clases en los cursos musicales de verano de Darmstadt (Alemania), cuna tras la II Guerra Mundial de la nueva música. "Ellos fueron los dos únicos compositores españoles que ejercieron allí la docencia. El resto acudía a Darmstadt a seguir los cursos como alumnos", señala el comisario de la exposición.

Además de su intensa relación creativa con el poeta Joan Brossa y su colaboración con Miró, Mestres Quadreny ha trabajado también con artistas como Antoni Tàpies, Moisès Vilèlia y Perejaume, entre otros. "La música es la más difícil de las artes, porque hay que poner atención", señala el compositor sobre la no siempre fluida relación entre los creadores de disciplinas artísticas diferentes. "A todos los artistas que he conocido les gusta la música. Quizá los escritores son los menos receptivos. No hay que olvidar que todo un premio Nobel de Literatura como Camilo José Cela decía que tenía 'orejas de corcho", ironiza.

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