La última singladura del 'Motxo'
Las conjeturas sobre el naufragio del pesquero en una zona protegida complican la investigación abierta - El armador aborda el proceso para el desguace
El Motxo sigue aún de una pieza, pero va enfilado al desguace. El embate del mar contra el pesquero con base en Bermeo, embarrancado entre Deba y Zumaia desde el pasado día 4, no ha podido con él. El armador, desolado como la tripulación por haber perdido su fuente de ingresos, recuperó el pasado jueves del interior del barco la caja azul. Este ordenador de a bordo es un sistema de transmisión de datos y no tiene nada que ver con la caja negra de los aviones. Controla si se pesca en zonas autorizadas y permitirá reconstruir los momentos previos al siniestro.
El equipo, que manda información sobre las comunicaciones y las coordenadas del pesquero al centro de satélites de la Secretaría General del Mar, organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, se activó desde el momento en que el Motxo zarpó del puerto de Bermeo el mismo día 4 y hasta el momento del naufragio. El protocolo del ministerio establece que la información está disponible cuando la soliciten las autoridades vascas.
La 'caja azul' envió información desde que el pesquero zarpó de Bermeo
Salvamento Marítimo considera inviable que pueda ser reflotado
El pesquero lleva ya 11 días agonizando encallado en la rasa mareal entre Zumaia y Deba, un biotopo protegido de alto valor geológico, a la espera de que comiencen las tareas de remoción. La operación, compleja por el difícil acceso a la zona y porque se tiene que realizar por tierra, la pagará la aseguradora si el armador dispone de un seguro de responsabilidad civil, lo más probable, según las fuentes consultadas.
El armador y patrón del barco podría haberse puesto ya en contacto con una empresa de desguaces, aunque en los últimos días se ha especulado con la opción de intentar reflotarlo de nuevo después de que el armador haya recibido varias propuestas de empresas especializadas. Salvamento Marítimo asegura que el mal estado del casco del pesquero, con varias vías de agua abiertas, hacen inviable dicha posibilidad.
Todo siguen siendo conjeturas en torno al Motxo mientras la investigación sobre el siniestro no ha hecho más que comenzar a petición de la Fiscalía de Guipúzcoa. La principal cuestión a debate es si se encontraba faenando de forma ilegal en una zona protegida. La tripulación sigue defendiendo que se dirigía al puerto de Pasaia y que un golpe de mar hizo que las redes cayesen al mar y se enredaran con la hélice.
A ello se suman las dudas sobre la efectividad de las tareas de rescate realizadas el 5 de noviembre, cuando el remolcador Facal XVIII maniobró para reflotar el pesquero y se partió el cabo. El Motxo quedó varado sobre su banda de babor.
El presidente de la Cofradía de Pescadores de Vizcaya, Iñaki Zabaleta, cree que todo ha sido un accidente difícil de evitar. No quiere opinar como representante de la flota de bajura vizcaína, sino como simple pescador: "Nunca he visto amarrar el cabo a proa [como ocurrió con el Motxo] para que el barco gire cuando está encallado. Otra cosa sería si flota sobre el mar, pero si está agarrado al fondo es imposible que a un barco con la proa hacia al sur lo pongan hacia el norte. Es imposible". Este arrantzale cree que se tenía que haber aprovechado la primera marea el mismo día en que encalló, y no al siguiente. "Darle la vuelta a un barco que queda encallado en pleamar no sale. Hubieran ayudado unos globos grandes para que la popa suba hacia arriba y, una vez levantada, tirar de ella", añade.
La zona en que se produjo el naufragio también ha levantado ampollas. El grupo ecologista Eguzki criticó el "pirateo de muchos pesqueros que faenan en la zona protegida" y sostuvo que el vertido de gasoil que se podría haber evitado "de haberse tomado las medidas oportunas". Salvamento Marítimo verificó el jueves pasado que apenas quedan restos de contaminación en la zona.
La Capitanía Marítima y la Dirección de Costas del Ministerio de Medio Ambiente solicitaron a los armadores del pesquero pocos días después de encallar que presentasen un plan para la retirada del buque, que ya se encuentra en marcha.
Las leyes actuales no permiten que un barco encallado se quede en la costa sin desguazar. La Ley de Puertos del Estado y de la Marina Mercante especifica que cuando encalla una nave las autoridades pueden exigir al armador que la retire a su costa. En caso de que no lo haga en el plazo estipulado, las propias autoridades asumirán la labor y cobrarán el gasto vendiendo los restos del buque. "En este caso, los restos del Motxo no cubrirían esos gastos, en caso de que el armador no tuviera esa cobertura. En ese caso, podría costar un millón de euros", calcula un especialista en la materia.
Los hechos
- Día 4 de noviembre. El Motxo, con base en Bermeo, encalla en una zona protegida entre Deba y Zumaia. Sus nueve tripulantes son evacuados en helicóptero, pero la mala mar complica el rescate.
- Día 5. Salvamento Marítimo y dos remolcadores esperan a la pleamar para reflotar el pesquero. En plena maniobra de viraje, el cabo amarrado a proa se rompe y el barco vuelca. Comienza el vertido de parte del combustible.
- Día 8. Capitanía Marítima y Dirección de Costas solicitan a los armadores un plan para la retirada del buque. La fiscalía abre una investigación.
- Día 12. El consejero de Interior, Rodolfo Ares, asegura que el Gobierno "puso todos los medios disponibles" desde el primer momento para ayudar a reflotar la nave.
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