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Reportaje:Primer plano

Vuelve la crisis soberana

Las dudas sobre el plan de rescate disparan el temor de los inversores

Alicia González

El pasado 18 de octubre, Nicolas Sarkozy y Angela Merkel abrían en Deauville, en Francia, la caja de Pandora. Tras el encuentro, con paseo por la playa incluido, ambos dirigentes emitieron un comunicado en el que planteaban la necesidad de revisar el Tratado para crear "un mecanismo permanente y robusto para asegurar un tratamiento ordenado de las crisis en el futuro, que comprenda los acuerdos necesarios para una adecuada participación del sector privado".

A partir de ese momento, el miedo de los inversores se dispara. Temen que, en caso de reestructuración, la UE les obligue a asumir una mayor parte del coste. La rentabilidad exigida a la deuda irlandesa alcanza cotas históricas, similares a las que provocaron el rescate de Grecia. El terremoto irlandés arrastra a Grecia, Portugal, España y otros países hasta ahora más a salvo de las dudas sobre su solvencia. Cunde tanto el nerviosismo que, al término de la cumbre del G-20, el pasado viernes en Seúl, los ministros de Finanzas de Francia, Alemania, Italia y España emitían un comunicado para apoyar a Irlanda y dejar claro que cualquier reforma entrará en vigor a partir de 2013, cuando expira la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (EFSF, por sus siglas en inglés).

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"Esa aclaración era necesaria y creo que por ese lado son buenas noticias. Dicho esto, sigo dudando de que eso pueda servir para meter de nuevo al genio dentro de la botella", explica desde Copenhague el economista jefe de Goldman Sachs para Europa, Erik Nielsen.

Cierto es que Grecia, Irlanda y, en menor medida, Portugal afrontan serias dificultades de financiación y de sostenibilidad de sus finanzas públicas a medio plazo, lo que justificaría las dudas de los mercados, pero ninguno de ellos de forma tan inmediata como para que la crisis haya resurgido con la virulencia con que lo ha hecho. En el caso de Irlanda, el ministro de Finanzas ha asegurado que tienen financiación garantizada -y por tanto no tienen necesidad de acudir al mercado- hasta "mediados de 2011" y su mayor vencimiento, por 4.500 millones de euros no se produce hasta noviembre. Por el contrario, Portugal debe refinanciar unos 19.000 millones de aquí a abril, por lo que el incremento del diferencial del bono a 10 años con Alemania se refleja de inmediato en el coste de sus colocaciones.

"Muchos dirían que los últimos episodios del mercado de bonos relacionados con Irlanda son excesivos. Después de todo, el programa de estabilidad parece estar en marcha y el país tiene garantizada la liquidez hasta mediados de 2011. Quienes piensan eso ignoran que el mercado simplemente no escucha", aclaraba el pasado viernes David Scammell, de Schroders, en una nota a clientes. "Y que los inversores han llegado a la conclusión de que los problemas son demasiado grandes. Es triste decirlo, pero compartimos esta visión y hace ya tiempo que nos deshicimos de todas nuestras posiciones en Irlanda", remataba.

La situación sería aún más grave de no haber acudido el Banco Central Europeo (BCE) al rescate de los bancos. Y no a través de la compra de deuda pública, como cabría pensar, sino con la barra libre de liquidez a las entidades financieras, la línea de crédito al 1%, sin la cual muchas de ellas ya habrían quebrado. Daniel Gros, director del Centro de Estudios de Políticas Europeas (CEPS, por sus siglas en inglés), ha hecho cálculos y ese importe equivale a entre el 80% y el 90% de su producto nacional bruto, "una inyección de cientos de miles de millones que representa una inyección de magnitud sin precedentes dado el pequeño tamaño de sus economías", asegura. El informe de Gros revela que, hasta septiembre, Grecia había recibido a través de esos fondos el equivalente al 40% de su PIB, el 30% en el caso de Portugal y el 11% en el de España.

Como siempre, en toda situación de crisis siempre hay algunos beneficiados, en esta ocasión los exportadores europeos. Este nuevo episodio de la crisis de deuda europea se ha llevado por delante la caída del dólar que se produjo tras la nueva inyección de liquidez aprobada por la Reserva Federal de Estados Unidos el pasado 3 de noviembre. El euro ha perdido desde ese día un 3,2% frente a la divisa estadounidense, desde los 1,42 dólares por euro hasta los 1,36. "No creo que puedan vincularse las dos cosas porque si hay contagio, todos los países se ven perjudicados. No creo que Alemania haya suscitado el debate por ese motivo y sí por razones de política interna, de cara a sus contribuyentes", aclara Antonio García Pascual, de Barclays Capital. De hecho, la exposición de los bancos alemanes solo en Irlanda ronda los 138.000 millones de euros, únicamente superada por Reino Unido con 148.000 millones, cerca del 20% del total cada uno de ellos.

Ese es el gran talón de Aquiles del antiguo tigre celta. "Lo que diferencia a Irlanda de Portugal es el enorme peso del sector financiero en su economía y su excesiva concentración, y el mercado teme que los 50.000 millones gastados por el Gobierno irlandés en el rescate de su banca no sean suficientes", explica José Ramón Díaz Guijarro, profesor de Entorno Económico y Análisis de Países del Instituto de Empresa. El nivel de endeudamiento de Irlanda, público y privado, ronda el 450% del PIB y la difícil situación económica, más el duro ajuste aplicado por el Gobierno, puede disparar la morosidad -algunos informes hablan de un nivel del 12% para 2011 y 2012- y, con ello, las dificultades de las entidades.

Dado que el país no afronta problemas inmediatos de liquidez, la necesidad de inyectar nuevos fondos en el sistema bancario puede ser el motivo para que Irlanda recurra a los fondos del EFSF, a los que no se puede acudir de forma preventiva. "Se nos escapa hasta dónde pueden llegar los problemas de la banca irlandesa. Aunque sí nos da una idea de las dificultades por las que atraviesan el hecho de que las entidades irlandesas hayan sido las que más han recurrido a la liquidez del BCE en octubre", apunta Díez Guijarro. Las entidades han pedido prestados 130.000 millones, casi un tercio del total del Eurosistema, cuando su economía solo representa el 2,5% del PIB. Solo las dos principales entidades, el Bank of Ireland y Allied Irish Banks, se sometieron el pasado mes de julio a las pruebas de resistencia del BCE y las superaron con éxito, aunque no muy holgadas.

"El problema ahora, como en mayo, es el contagio a otros países periféricos, especialmente a Italia y a España", apunta García Pascual. Aunque incluso ahí hay diferencias porque el mercado exige una prima mayor a España [ver gráfico de la página 4] pese a que las tensiones en la coalición de Gobierno en Italia ponen en riesgo la aprobación del presupuesto del próximo año y pese a que Bélgica lleva desde el pasado mes de junio sin Gobierno.

El BCE ha expresado su rechazo a la participación del sector privado en una hipotética reestructuración de deuda. Así lo hizo de forma explícita del presidente del banco, Jean Claude Trichet, durante el último Consejo Europeo, en parte porque, según fuentes de la entidad, los líderes europeos parecían ignorar la repercusión que semejante punto tendría sobre los mercados, ya que en su opinión agravaría la situación de países en dificultades. En esa misma línea se pronunciaba la semana pasada el consejero del BCE Lorenzo Bini Smaghi en un artículo en Die Zeit. "Tan pronto como surgieran las expectativas de que un país podría recurrir al mecanismo de crisis, habría incentivos para tomar posiciones especulativas contra el país en cuestión, apostando por una pérdida del valor de los bonos soberanos".

Así las cosas, la posibilidad de que un país del euro se declare en quiebra y tenga que reestructurar su deuda ha subido muchos puntos en estas semanas. "La de Grecia está descontada por el mercado", afirma Díez Guijarro. "Hay una considerable probabilidad de que la sopa de letras (FMI, EFSF, BCE) se vea implicada en la financiación de Irlanda y Portugal a principios del próximo año y no, en mi opinión, no hay prácticamente ningún riesgo para los acreedores privados en esta operación", explica Nielsen. "Las discusiones sobre la reestructuración de la deuda soberana sugieren que los políticos no han descartado que ese caso se produzca en el marco del mecanismo permanente a partir de 2013", concluye Barclays Capital. El último capítulo de la crisis aún está por escribir. -

Nicolas Sarkozy y Angela Merkel conversan en octubre pasado en la playa de Deauville (Francia).
Nicolas Sarkozy y Angela Merkel conversan en octubre pasado en la playa de Deauville (Francia).REUTERS

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Sobre la firma

Alicia González
Editorialista de EL PAÍS. Especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía, ha cubierto reuniones del FMI, de la OMC o el Foro de Davos. Ha trabajado en Gaceta de los Negocios, en comunicación del Ministerio de Economía (donde participó en la introducción del euro), Cinco Días, CNN+ y Cuatro.
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