_
_
_
_
Entrevista:TEATRO

El pasado de nuestro presente

Javier Vallejo

Wajdi Mouawad estaba jugando en la terraza de su casa del barrio de Ain Remaneh, en Beirut, cuando, justo debajo, un autobús de civiles palestinos fue sorprendido por un comando de milicianos cristianos del Kataeb. "De repente oí un griterío, me asomé y vi el autobús lleno de viajeros, rodeado de milicianos que les ametrallaban. Mi madre salió al instante a por mí y me arrastró dentro. Tenía seis años y medio. Tiempo después, en Francia, leí que ese atentado, con 27 muertos, desencadenó la Guerra del Líbano. No es del todo exacto: hubo antes otros asesinatos, pero no tan traumáticos. En la calle se formó una enorme columna de humo negro visible desde las segundas residencias de la cordillera que separa Beirut del valle de la Bekaa. Todo libanés recuerda dónde estaba en ese momento: es un punto de referencia colectivo, como el 23-F en España".

"La memoria está ligada a la capacidad de mirar de frente los traumas colectivos. Tomemos por ejemplo las fosas comunes"

Sobre un mantel, en una cafetería del madrileño distrito de Arganzuela, el autor, actor y director teatral libanocanadiense dibuja un croquis con el cruce de calles, los vehículos que cierran el paso al autobús, los milicianos tomando posiciones alrededor, delante de la peluquería, del horno y del ultramarinos que frecuentaba su madre... "Todo el mundo creía que la guerra no duraría mucho. De hecho, nadie pronunció jamás la palabra guerra. La primera vez que la oí fue en Francia. En Líbano hablábamos de incidentes. Si estábamos en una cafetería y oíamos disparos, decíamos: 'No es grave. Se tranquilizarán en un rato', y seguíamos hablando de cualquier cosa. La gente se tiró ocho años diciendo: 'Esto se acabará en tres meses'. Hasta 1983 no entendimos que estábamos en guerra: muchos dejaron el país entonces y los que ya se habían ido, adoptaron otra nacionalidad. Cuando abandonamos Beirut, tras un bombardeo de cinco días, le pregunté a mi padre: '¿Quién dispara sobre quién?' y me respondió: 'No lo sé'. No entendíamos lo sucedido y sigo siendo incapaz de contarlo en términos históricos. Los únicos sucesos que pueden nombrarse con claridad son el atentado del autobús y las matanzas de los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila. Entremedias no se entiende nada. Esa guerra es todavía una gran fosa común".

Para el público español, Mouawad es el autor y director de Incendies, tragedia que remite a cada espectador a sus orígenes y lo conmociona hasta el llanto no por lo que en ella se dilucida sino por como eso evoca su propia tragedia íntima. Nadie, salvo que viva envasado en atmósfera protectora, sale indemne de esta segunda parte de la tetralogía La sangre de las promesas. En Littoral, la primera, que se estrena en España la semana próxima, un personaje aparece al mismo tiempo en tres edades diferentes, el pasado sucede a la par que el presente, los muertos andan de la mano de los vivos y la vigilia se entrevera con los sueños. En una escena, Wilfrid, su protagonista, está simultáneamente en tres lugares distantes hablando con otros tantos interlocutores. El tiempo parece un continuo tan perfectamente transitable como el espacio.

"En mi opinión, el tiempo es enormemente poroso. Un ejemplo: cuando volví a Francia, con 27 años, atravesando el jardín de Luxemburgo, recordé al pasar delante de un banco que cuando tenía once nos llevaron al cine a ver Dersu Uzala y que a la salida volví a casa con una chica de mi clase muy querida, que me dijo: "Te apetece una nube de azúcar". Como no tenía dinero, me invitó y nos la comimos juntos en ese banco. Fue un recuerdo magnífico de algo que había olvidado por completo. Sentí que seguía allí con 11 años y que probablemente entonces también estaba como ahora mirándome de pie desde mis 27, y con 35 viéndome mirar a aquel que fui. Tal multiplicación del tiempo en un mismo espacio me da una libertad metafísica. Nací en Líbano, emigré a Francia y luego a Quebec, hablo francés, hago teatro: todo eso no tiene sentido, pero mi percepción del tiempo me ayuda a encontrárselo, a la manera que reflejo en mis obras. En Littoral, la madre de Wilfrid le dice a su esposo, que aparece bilocado: 'Mírate de joven: que hermoso eras... Si hubieras podido adivinar lo que nos sucedería, ¿me habrías querido igual?' En Fôrets, tercera parte de la tetralogía, escribí una escena, luego descartada, en la que alrededor de una mesa decimonónica mantienen conversaciones cruzadas una pareja de 1870 y sus bisnietos, nacidos un siglo después. 'No tengo ni idea de donde procede', le dice la chica a su hermano hablando de la mesa que sus bisabuelos recibieron como regalo de bodas, pero podrían estar igualmente hablando de un homicidio o de una violación: hoy nadie recuerda".

En Fôrets, viaje alucinante a través de las raíces de un árbol genealógico, se palpa la cercanía entre pasado y presente: entre la guerra francoprusiana de 1870 y la de Bosnia hay sólo cuatro generaciones, separadas por un mar de olvidos y omisiones. Littoral cuenta las peripecias de un hijo de inmigrantes y del cadáver peripatético de su padre recién fallecido, que no puede ser enterrado en Canadá por odios familiares. De regreso a Líbano, se les van uniendo hijos de víctimas de la Guerra Civil y una mujer que censa a los muertos y los entierra dignamente, cual Antígona. "Los conflictos civiles generan a menudo un deseo de olvido. Cuando uno tortura y mata a otros en su misma lengua, como sucedió en Líbano, se pasa de puntillas sobre los cadáveres. La memoria está ligada a la capacidad de mirar de frente estos traumas colectivos. Tomemos por ejemplo las fosas comunes. Si queremos hacer justicia, haría falta abrirlas y recomponer la historia cuerpo por cuerpo hasta que se pueda decir: 'Él es él y ella, ella', y enterrarlos debidamente. Pero eso supondría también recordar por qué murieron y que alguien descubra que en su familia hubo un asesino. Recordar u olvidar, he ahí el dilema".

En una época donde suele decirse que el arte solo debe formular preguntas, espectáculos como los de Mouawad aventuran respuestas e indican caminos posibles. En el magnífico final de Incendies, cuando, tras la anagnórisis definitiva, sus protagonistas van uno tras otro a protegerse de la lluvia bajo una lona, queda el verdugo a la intemperie, solo, con la cabeza gacha, horrorizado al conocer el significado profundo de lo que hizo. Sigue empapándose durante diez segundos que cortan la respiración, alza el rostro, se vuelve hacia los demás y camina a cobijarse con ellos. Con el grupo insospechadamente apaciguado y a resguardo, cae el oscuro. Las puestas en escena de Mouawad director, puro ritmo, están a la altura de sus textos.

El dramaturgo Wajdi Mouawad.
El dramaturgo Wajdi Mouawad.
Una escena de la representación de <i>Littoral</i>, en el Festival de Aviñón el pasado año.
Una escena de la representación de Littoral, en el Festival de Aviñón el pasado año.Anne Christine Poujoulat

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_