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Columna
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Hospitalización de parientes

Los permisos son siempre causales, obedecen a un fin. El permiso por hospitalización de un familiar está en conexión con la efectiva hospitalización del mismo. Por ello se planteó en los tribunales si el alta hospitalaria no debe suponer su finalización, aunque no hubieran transcurrido la totalidad de días de su disfrute.

El Tribunal Supremo estimó que este permiso debe concederse cuando concurran todos los elementos que configuran tal derecho, "con independencia de que el familiar siga o no hospitalizado", es decir, sin que el simple alta conllevase de forma automática la extinción o finalización del permiso. Y ello, porque aunque es evidente que el permiso por hospitalización de parientes está relacionado con el periodo temporal del ingreso, la norma no exige de forma expresa y clara, como causa directa del beneficio, el cuidado o atención personal del trabajador al pariente.

Para la sala es evidente que tal permiso no puede estar destinado a la "holganza, viajes o asuntos propios" del trabajador, lo que podría constituir fraude o abuso de derecho, pero su causa remota tampoco tiene por qué agotarse en el cuidado o atención personal, física y directa al familiar, porque la enfermedad o el ingreso hospitalario de este puede requerir otro tipo de dedicación no relacionada con la atención personal, que también pueda justificar la ausencia al trabajo del primero.

El tribunal comparte el criterio de la empresa al asegurar que el permiso no está previsto para que el trabajador disfrute días de asueto, retribuidos, mientras el familiar hospitalizado ya se haya recuperado, o incluso trabajando. Pero aunque, ciertamente, esas situaciones no permiten seguir haciendo uso del permiso cuestionado, tal consecuencia no puede ser el resultado del simple alta hospitalaria sino del alta médica, que habría hecho desaparecer la razón última del permiso.

La clave podría estar en la justificación del permiso, donde resultaría imprescindible ponderar las circunstancias de cada trabajador y del familiar causante, la proyección individual de cada enfermedad, su gravedad, la causa de la hospitalización, el eventual motivo de cada alta y, sobre todo, el alcance o intensidad de la necesidad de atención y cuidados que el pariente enfermo requiriera, tanto en lo físico como en otros aspectos de su vida.

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