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Reportaje:

Mandarán hasta el crepúsculo

La segunda edición de 'Consejero delegado por un día' examina a 4.000 jóvenes deseosos de acompañar durante una jornada al patrón de una gran compañía

El aspirante a gobernar una multinacional por un día es un gallego llamado Íñigo Veiga, tiene 21 años, estudia cuarto curso de Telecomunicaciones y escucha a un compañero mientras se rasca la cara, en un mohín similar al del consejero delegado que atiende a sus subordinados. La aspirante a llevar las riendas de una gran empresa durante 24 horas, Sara D'Eustaccio, 22 años, quinto de Periodismo, mirada dulce de una italiana emigrada a España, anota en su libreta, como haría todo consejero delegado interesado, el discurso de la también aspirante Angie Regueiro, 21 años, misma carrera y mismo curso que aquella y dotada de la extroversión del consejero delegado que quiere transmitir seguridad, pero también afecto.

Solo 15 alumnos llegarán a la final del concurso organizado por Ray Human Capital y EL PAÍS

Rascarse, anotar o explayarse son solo eso, gestos. Mimetizarse en la piel del responsable de una multinacional es menester imposible, pura entelequia para los seis universitarios que, como Sara, Íñigo, Angie e Iván Cañas, Sara Bustillo y Alberto Hurtado, pasaron cada día de octubre por las oficinas de Ray Human Capital y de Odgers Berndtson para someterse a examen. Ambas consultoras, en colaboración con EL PAÍS, organizan la segunda edición de Consejero delegado por un día (o, más abreviado, CEO por un día, por su término inglés chief executive officer). El objetivo final es ser uno de los agraciados que pasarán una jornada, codo con codo, con los 15 CEO de las empresas que participan. Así que no basta con ser muy bueno. No basta con rascarse, anotar y explayarse: hay que ser brillante, muy brillante, porque solo 15 jóvenes alcanzarán la gloria.

A la fase inicial de esta edición, que se cerró el pasado 31 de julio, se apuntaron vía online casi 4.000 estudiantes (3.936). A todos ellos les faltaban, como máximo, tres cursos para concluir su titulación. Lo primero que realizaron, también vía online, fueron unos intrincados test de cultura general, de lógica y de gestión de la información. Acto seguido les plantearon dos cuestionarios: uno que examinó sus competencias y otro sobre sus motivaciones y valores.

El primer filtro fue el más duro: pasaron solo 160. Después, a lo largo de octubre, les tocó ir a los despachos de Ray Human en Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla. Allí estaban Angie, Íñigo, las dos Saras, Iván y Alberto. Y se les puso a prueba durante una mañana. "Para nosotros ha sido difícil descartar a jóvenes con expedientes impolutos y dotes de dirección", dicen dos de las examinadoras, Mar Ruiz y Carmen García.

Cada día del mes pasado se entrevistó uno por uno a los aspirantes y, ya en grupos de seis, se les hizo demostrar su capacidad para hablar, debatir, discurrir y escuchar al resto. Sobre esos 160 candidatos deseosos de codirigir una empresa desde la salida del sol hasta el ocaso tiene lugar una segunda criba. Sobreviven una veintena de elegidos. La penúltima fase.

"Es complicado", señalan las examinadoras. "No han terminado las carreras y muchos tienen proyectos en la cabeza, como irse al extranjero, trabajar o hacer otras cosas". Cosas que pueden interponerse entre los jefes y los alumnos antes del encuentro entre ambos, previsto para los meses de diciembre y enero.

¿Qué aporta a los estudiantes pasar 24 horas con un CEO? Para Ray Human Capital, fundamentalmente, dos cosas: la primera, "la oportunidad de ver cómo funciona la empresa"; la segunda, "romper con los tópicos y los estereotipos asociados al mundo empresarial". Almudena Corral, otra de las responsables del proceso de selección, valora el efecto que tuvieron las jornadas del ejercicio pasado sobre los estudiantes: siete de los 15 triunfadores terminaron sus carreras y ya han sido contratados por empresas de postín. Corral advierte de otra consecuencia impepinable: "Reseñar en tu currículo que has pasado una jornada entera junto al consejero delegado de una de estas entidades no pasa desapercibido".

Viendo a los seis alumnos, está claro que no han llegado hasta aquí por azar. "En el primer filtro", dice Mar Ruiz, "miramos con lupa sus perfiles académicos: qué notas habían sacado, qué idiomas hablan, si ya han trabajado o si han hecho voluntariados en el extranjero...". Sobre el papel, los seis saben desenvolverse. Alguno se pone de pie para orar. También sobresale en ellos un prurito de competitividad, sana en cualquier caso.

Satisfechas con la experiencia de 2009, las examinadoras abundan sobre otro aspecto que ha mejorado en esta edición: la participación femenina. De los 15 elegidos en 2009, 11 eran chicos por 4 chicas. Este año, el diferencial entre varones y féminas se ha recortado, aproximándose al 50% para cada sexo. Porcentaje infinitamente superior a la realidad española, donde la presencia de mujeres en las altas esferas es del 8%.

Sonia Pedreira, consejera delegada de Odgers Berndtson y directiva comprometida con esta última cuestión, sigue apreciando "condicionantes culturales" que torpedean la llegada de féminas a la cúspide: "Un gran número de ellas continúa autoexcluyéndose de la carrera por creer que no va a llegar", lamenta. También diagnostica "una mayor autoexigencia" que dificulta este acceso. "Sin embargo", aclara, "las profesionales que están ahí tomaron decisiones sobre sí mismas hace 15 o 20 años con barreras muy distintas de las actuales". Y ahí están.

Carreras exitosas

Manuel Sánchez-Lagarejo compartió jornada laboral hace ahora un año con Patricia Abril, consejera delegada de McDonald's en España. Al poco terminó Ingeniería de Caminos en la Universidad de Cantabria y desde principios de octubre se encuentra en Moscú. "Me encantó el buen ambiente que se respiraba en las oficinas de la cadena", cuenta por teléfono desde la capital rusa. "También la juventud y la amabilidad de Patricia Abril, quien, no sé cómo, me reveló que tenía tiempo para conciliar la vida laboral con la vida familiar".

Manuel, de 24 años, ha surcado un camino muy transitado en estos tiempos de crisis por muchos recién licenciados: una de las becas del Instituto de Comercio Exterior (Icex), a la que aspiran cada año, al igual que en CEO por un día, miles de jóvenes. "La verdad es que veo que el futuro [empresarial] está fuera de España", indica. Varios de los representantes de las compañías que participan en CEO han expresado la misma preocupación que este joven.

Reconoce Manuel, además, que las duras pruebas que realizó hasta acabar encontrándose con Patricia Abril fueron la clave de su ingreso en el Icex. "Saqué muy buena nota en las entrevistas".

Los otros 14 agraciados de 2009 no se han quedado parados. Albergan proyectos. Como a la mayoría le quedaba más de un curso para acabar la carrera, muchos han aprovechado esos huecos, como el verano, para seguir engordando su currículo. Al menos tres de ellos residen en el extranjero; otros solo han abandonado España temporalmente, y otros, como José Manuel de Pablo, que acaba de presentar su proyecto de fin de carrera como ingeniero químico en la Complutense, no han tenido siquiera tiempo para ello.

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