Los republicanos logran un gran avance
Los demócratas pierden la Cámara de Representantes pero mantienen la ventaja en el Senado - La victoria conservadora obligará a Obama a rectificar su política
Aunque los demócratas parecen haber evitado el desastre electoral que se temían, una gran movilización conservadora y la descomposición de la alianza que llevó a Barack Obama en 2008 al poder se juntaron ayer en las urnas para castigar al Gobierno y darle a la oposición republicana un poder decisorio en el Congreso. Los norteamericanos votaron ayer en unas elecciones que obligarán a una considerable rectificación del rumbo político y que abren una gran incertidumbre sobre la gobernabilidad de la primera potencia mundial durante los dos próximos años.
Estas elecciones dejaron en evidencia la volatilidad de la situación política en Estados Unidos, que pasó de George Bush a Barack Obama para devolver dos años después parte del poder al partido del anterior presidente, así como la complejidad del panorama que se abre a partir de ahora, en el que uno de los presidentes más progresistas se verá obligado a negociar su proyecto con el Congreso más conservador de la historia del país.
El partido de Obama evita el desastre pese a la movilización de la derecha
El ultra Tea Party se asegura una voz en el Senado con Rubio y Paul
El mandatario ha perdido en dos años un 30% del voto independiente
Los escasos avances en Guantánamo disuaden a los que votan a la izquierda
A la espera de conocerse los resultados definitivos, los republicanos tenían anoche garantizado el control de la Cámara de Representantes, pero no del Senado, donde los demócratas ganaron los escaños suficientes para conservar su posición dominante. Los republicanos estaban anoche en condiciones de ganar al menos 50 escaños en la Cámara, más de los que precisaban para la mayoría, pero los demócratas tenían ventajas decisivas en un número suficiente de circunscripciones del Senado como para no ver en peligro su control. La oposición sacaba asimismo ventaja en la mayor parte de las 37 elecciones para gobernador que se celebraron simultáneamente, aunque los demócratas tenían asegurados gobiernos de Estados importantes, como Nueva York. El Tea Party se asegura una voz en el Senado con la elección de Rand Paul en Kentucky y de Marco Rubio en Florida.
El factor más importante para explicar estos resultados es la mayor implicación del electorado conservador. Un 40% de los que acudieron ayer a las urnas revelaron simpatías, en mayor o menor grado, hacia las ideas del Tea Party. Estimulados por el ejemplo de ese movimiento ultra y alentados por la expectativa de recuperar un poder que creían perdido por mucho tiempo, los electores republicanos se han movilizado como no se recuerda en varias décadas. Participaron en las primarias en cifras récords, copiaron y aumentaron el uso de Internet que la campaña de Obama hizo en 2008 y convirtieron su hostilidad hacia el presidente en una causa patriótica que sirvió como banderín de enganche para miles de personas.Apoyados en el lema de que la Casa Blanca estaba destruyendo las esencias del sistema norteamericano y atacando las libertades individuales de los ciudadanos, los estrategas conservadores consiguieron convertir esta campaña electoral en una cruzada por la recuperación de los valores originales de la nación.
Frente a eso, los demócratas en el Congreso se desprestigiaban con maniobras que los pusieron enfrente de una gran parte de la población -especialmente durante la negociación de la reforma sanitaria- y Obama era incapaz de mantener en pie la conjunción de fuerzas que le dio la victoria hace dos años: los hispanos, decepcionados por la falta de una ley migratoria, votaron en estas elecciones un 12% menos que en 2008; los negros, todavía a favor del presidente pero algo distanciados por la falta de respuestas rápidas a sus problemas económicos, también participaron en menor proporción; las mujeres, que favorecieron a Obama por más de 10 puntos, dividieron ahora sus votos casi por igual; los jóvenes, los constructores del mito Obama, están hoy retraídos. Las encuestas hechas ayer a pie de urna demostraban que la economía es la razón principal por la que el electorado se ha distanciado del presidente. Un 86% mencionó la situación económica como su preocupación principal y un 38% culpa directamente a Obama. A cambio, solo un 24% dijo votar ayer en respaldo del presidente.
La más sintomática de todas las deserciones sufridas por el bando de Obama ha sido la de los independientes. Ese sector, que simbolizaba la amplitud del entusiasmo generado por Obama, respaldó al presidente en 2008 por más de 10 puntos de ventaja; en esta ocasión, anunciaron su intención de respaldar a candidatos republicanos con una diferencia de cerca de 20 puntos sobre los demócratas. Es decir, Obama ha perdido casi el 30% del voto de los independientes en dos años.
Aunque ese grupo ha confesado en las encuestas que no simpatiza mucho con el Tea Party, no ha tenido inconveniente en esta ocasión en aceptar candidatos de ese movimiento con tal de enviar un claro mensaje de castigo a la Casa Blanca. La recuperación del voto independiente es vital para cualquiera que quiera ganar la presidencia en 2012.
Obama ha anunciado para hoy una conferencia de prensa en la que ofrecerá su interpretación de los resultados. En sus últimos días de campaña expresó su voluntad de colaborar con los republicanos, pero animó a los votantes a juzgar como se merecen los logros de su gestión y a no premiar a aquellos que se han limitado a bloquear la acción del Gobierno y que solo proponen el regreso al pasado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.