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Columna
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Vaya por Dios

Están los ánimos algo revueltos en la Escola de Magisteri Ausiàs March y aledaños, a causa del empeño del rector Esteban Morcillo en atender el interés de unos cuantos estudiantes que pretenden aprobar algo llamado "Doctrina católica y su pedagogía" y "Teología católica". A medida que circulan los cruces de circulares entre el gobierno de la institución y la dirección del centro universitario, aumenta exponencialmente el asombro a lo largo y ancho de un ámbito académico que se presumía blindado ante los embates de la magia, la religión y demás supersticiones que ejercían su dominio sobre los mortales antes de la Ilustración. 218 años después de la Revolución Francesa y el nacimiento de los Estados modernos, y aún subsisten reductos donde las creencias no solo invaden y contaminan los territorios de la ciencia y el conocimiento, sino que incordian como una mosca cojonera. El pasmo no es que los interesados aspiren a una declaración eclesiástica de idoneidad, sino que tal escapulario deba expedirse en la universidad pública de un Estado presuntamente aconfesional, al decir de la Constitución. El asunto, al parecer, tiene su raíz en un convenio que suscribió la Universitat de València con el arzobispado en el año del señor de 2001, circunstancia que nos sitúa ante tres rectores distintos y un solo Dios verdadero. El volantazo a la derecha que ha impuesto el actual, también en el universo simbólico de un campus donde racionalistas, contestatarios y otros hippies ya van acusando una edad, tal vez explica el rebrote místico. Firmaron el convenio con la multinacional católica y no con los del Hare krisna, que con sus vistosas túnicas y panderetas se les ve más allá que aquí, que es de lo que se trata en este negociado. Parece lógico pensar que si exceptuamos la delincuencia financiera, que puede aprenderse indistintamente en la cárcel, en la política o en cursos de contabilidad por correspondencia, cada oficio tiene su taller. El de la doctrina católica, sin duda, lo instruirán mejor en seminarios, conventos, incluso catacumbas, que no en las cercanías de sociología, empresariales o derecho procesal. Si no hay más remedio, los campus de esta sociedad valenciana, premoderna como es, siempre podrán recurrir a las jugadas más interesantes del credo preferente, cuales son la creación del mundo en seis días; Adán y Eva en el paraíso fiscal, digo terrenal; las batallas contra los filisteos; Sodoma y Gomorra, el chaparrón conocido como diluvio universal... y así hasta lograr una simbiosis con los planes académicos vigentes: el milagro de los panes y los peces bien puede impartirse en economía aplicada. Sobre la conversión del agua en vino en las bodas de Caná, tal vez en enología sepan algo. Lo de Matusalén que se dé en análisis demográfico. La resurrección de Lázaro... casi mejor que no. Las risas se oirían en Cafarnaúm y tampoco es cosa de ofender.

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