La amoral 'Lulú' toma el Liceo
El teatro advierte de que el montaje no es recomendado para menores
"¡Entren y vean! En mi carpa se emocionarán y temblarán al contemplar las bestias de mi colección", vocea el domador de fieras que introduce al público en Lulú, circo humano, por el que desfilan la depravación y la amoralidad, creado por el inquietante dramaturgo alemán Frank Wedekind y convertido en una obra maestra de la ópera del siglo XX por el austriaco Alban Berg (1885-1935). Esta noche regresa al Teatro del Liceo de Barcelona, que acogió su estreno en España en febrero de 1969, tras 23 años de ausencia en la programación con una nueva producción propia protagonizada por la soprano francesa Patricia Petibon y con dirección musical de Michael Boder y escénica del francés Olivier Py, que, por su dramaturgia -película porno incluida- ha hecho colgar al teatro el aviso de: "Espectáculo no recomendado para menores". Advertencias de este tipo resultan hábiles estrategias para crear expectación, si bien el aviso en una ópera de la temática de Lulú es de Perogrullo.
La causa de la polémica es un vídeo porno en el segundo acto
Pese a ello, el Liceo, siguiendo el ejemplo de la Ópera de Ginebra, que acogió el pasado febrero el estreno de la coproducción, ha querido curarse en salud.
Epígono del siglo XX de la mujer fatal, Lulú es una criatura amoral que el libreto del propio Berg, que transita entre el sexo y la muerte, nos muestra en su ascenso social y caída a través de su relación con los hombres, que se sienten irresistiblemente atraídos, y con ello destruidos, por ella, quien acaba asesinada en Londres a manos de Jack el Destripador.
El polémico Olivier Py, que además de arte dramático estudió teología y, actualmente, es director del Teatro del Odéon de París, sitúa la acción de esta ópera serialista en la Europa de entreguerras y la presenta al público con una escenografía de estética expresionista, diseñada por Pierre-André Weitz, que remite a las pinturas del berlinés George Grosz. La iluminación es una explosión cromática en constante cambio. El objeto de la polémica aquí, al margen del propio argumento, es un vídeo porno que en el breve y bello interludio del segundo acto muestra el destino -la prostitución- de la protagonista tras asesinar a su tercer marido.
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