Los guardias niegan torturas a los etarras Portu y Sarasola
El fiscal pide prisión para cuatro de los 15 agentes

Los 15 guardias civiles acusados de torturar y maltratar a los etarras Igor Portu y Mattin Sarasola, autores del atentado mortal en la T-4 de Barajas -el fiscal solo imputa a cuatro de ellos-, negaron ayer ante el tribunal que les juzga que propinaran golpes a los dos etarras y coincidieron en que las lesiones pudieron producirse al contrarrestar los agentes la "violencia desmesurada y extrema" que emplearon aquellos en el momento de la detención.
Los agentes que arrestaron a Portu y Sarasola, el día de Reyes de 2008 en Mondragón (Guipúzcoa), aseguraron que no hubo golpes ni malos tratos durante su traslado al acuartelamiento de Intxaurrondo, ni en el trayecto a Lesaka (Navarra) para registrar la vivienda de ambos. También declararon que no observaron marcas de violencia en los detenidos, salvo el "ojo de color violáceo o sonrosado" de Sarasola. Y negaron que se desviaran hacia una pista forestal y un río para torturar a los arrestados, como mantienen estos en sus acusaciones.
Portu y Sarasola denunciaron torturas físicas y psicológicas durante su detención, traslado y custodia. El primero, según el fiscal, permaneció tres días en la UCI del Hospital Donostia con tres costillas rotas, un neumotórax y un derrame pleural. Sarasola también sufrió numerosos hematomas. La Fiscalía pide tres años de prisión para dos de los guardias y dos años para otros dos agentes.
Los guardias relataron que Portu y Sarasola, que portaban dos revólveres y 50 cartuchos en una mochila, se dieron a la fuga en direcciones opuestas cuando se les quiso identificar. Fueron rápidamente interceptados por dos agentes cada uno, quienes emplearon mucha fuerza para inmovilizarles ante la resistencia "grave y activa" que opusieron. "[A Portu] le cogí del pelo, del cuello, de todos los sitios", dijo el sargento. Otro admitió que le hizo una "maniobra de luxación". Un tercero confesó que le puso un pie en las costillas para esposarle.
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