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Columna
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El sustituto de Sanz

El pasado viernes arrancó la precampaña del PP para la alcaldía de Málaga y el domingo ya tuvimos un esbozo de la apuesta estrella del programa electoral. El líder popular en esta provincia, Elías Bendodo, la resumió en una frase: "Al socialismo andaluz no le interesa que Málaga crezca". Aunque a ustedes les parezca exagerado, con este argumento y un bizcocho los populares inician la estrategia que les llevará hasta las elecciones de mayo del año que viene a las ocho.

No hay mejor teoría política que la de agarrarse a una idea y explotarla hasta la extenuación. Da igual que sea un disparate. Lo importante es que sea un disparate que cale en la ciudadanía. Si además hay caldo de cultivo para ello, se tienen las mimbres para sostenerla durante largo tiempo. El presidente del PP no es nada original, pero habrá que reconocerle la solemnidad que pone al decirlo. Lo hace como si partiera de un estudio científico.

Trampea un puñado de datos de inversiones por habitantes, aderezado con medias verdades sobre los gobiernos que han impulsado las grandes obras públicas en la provincia, y esboza una teoría política que ni él mismo termina de creerse. La conclusión final la hace sin inmutarse: "Los dirigentes socialistas llevan en sus genes el desprecio a Málaga". Con esta riqueza ideológica, estén seguros de que a este dirigente del PP le espera un largo porvenir en el cargo. Como no me atrevo a imaginar que Arenas será algún día relevado, por lo menos ya hay banquillo para Antonio Sanz. Dice las tonterías con el mismo aplomo que su secretario general.

Negar las torpezas del Gobierno andaluz con la provincia de Málaga sería de necios, pero decir lo que ha dicho el dirigente del PP es una barbaridad de tal calibre que raya el ridículo. Si es que tiene algún sentido del ridículo. Esta frase podría interpretarse como el producto de un calentón. No es verdad. Es la segunda vez que la repite en menos de un mes. Bendodo es igual de exagerado para la crítica que para la coba. A un edil del PP que se le ocurrió decir que Francisco de la Torre era el mejor alcalde que había tenido la ciudad desde la época de los Reyes Católicos, lo corrigió en su calidad de presidente afirmando: "Desde los Reyes Católicos no, en la historia". Desde el pleistoceno, le faltó decir.

El agravio ha sido siempre un buen argumento electoral, pero uno había llegado a creer que para los próximos comicios al PP le iba a bastar para ganar con los errores del PSOE. Estaba equivocado. A falta de grandes obras con las que concluir el mandato y a falta de nuevas ideas que ofrecer en el programa, lo mejor es tirar de un clásico: la Junta ningunea a Málaga. Esta estrategia ahorra mucho tiempo en tonterías, como esa de tener que anunciar cada cuatro años viviendas sociales que nunca se hacen o esa otra de tener que inventarse proyectos de capitalidades europeas para luego verse obligado a justificar el fracaso. El PP aboga por una campaña a lo práctico. Directa al corazón de los ciudadanos. Un chute de agravio comparativo en vena.

Vaya por delante que esta estrategia no sería posible sin la inestimable ayuda de la Junta, pero hace tiempo que resulta cansina. Sobre todo cuando se utiliza para justificar el tedio en que se ha instalado la legislatura de De la Torre, donde de nuevo toda su gestión se resume en una plaza: la remodelación de la Plaza de la Merced. Como hace cuatro años fue el Paseo del Parque y hace ocho la calle Larios. Bendodo podría hacerle caso al gurú de su partido, Pedro Arriola, e irse a la cama hasta las elecciones como le ha recomendado a Mariano Rajoy. Arenas lo hace. El otro día en el Parlamento andaluz se votó una iniciativa sobre las represaliadas de la dictadura y los diputados del PP optaron por el sonambulismo político. Ni a favor, ni en contra. Tampoco se abstuvieron. Se fueron metafóricamente a la cama.

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