El aparato siempre funciona
Ninguno de los candidatos no oficiales pudo invertir ayer la fuerza gravitatoria del aparato del partido, que había decidido de antemano que Joan Calabuig y Elena Martín serían los candidatos que se enfrentarían a Rita Barberá y Sonia Castedo, en Valencia y Alicante. En esta última plaza, además, Antonio Fernández Valenzuela llevaba demasiados años apartado del partido, en todos los aspectos y sentidos, como para, más allá de aglutinar nostalgias y pataleos, poder plantear un pulso con posibilidades.
Muy distinto ha sido el caso de Manuel Mata, el candidato rebelde. Forzó las primarias en Valencia y en apenas dos semanas, sin apenas estructura y con todo en contra, ha logrado situarse a algo más de 100 votos de Calabuig. Se ha aproximado mucho, pero no ha podido evitar la fuerza de un engranaje al rojo vivo que ha trabajado para evitar lo que habría supuesto un serio revés para la dirección del partido.
Las primarias, como las pistolas, las carga el diablo. Habían desatado una honda inquietud en la cuarta planta de Blanquerías, el puente de mando del PSPV. Son un instrumento que permite trastornos orgánicos sin someterse a un congreso, como el que ganó con apuros Jorge Alarte, y, por consiguiente, pueden causar desequilibrios en la estructura interna de imprevisibles consecuencias. Para el partido, la hipotética victoria de Mata, más allá de si hubiese reportado mejores efectos electorales o una oposición más eficaz a Barberá, habría creado un problema orgánico. Por eso los aparatos siempre defienden la estabilidad, aunque ello pueda afectar al resultado electoral.
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