La presión fiscal aumentará más de un punto en dos años

La credibilidad del Presupuesto reside en la solidez del pilar que sostiene todas las políticas de gasto. La vicepresidenta y ministra de Economía, Elena Salgado, se preparó ayer para combatir cualquier atisbo de duda sobre el realismo del capítulo de ingresos, al que le atribuye un crecimiento del 6% para el próximo año. "Al igual que ocurrió el año pasado, comprobaremos que esta previsión es conservadora", vaticinó.

Las subidas de impuestos aplicadas este año y las previstas para el próximo están contribuyendo en gran medida a respaldar el escenario de ingresos que proyecta el Ejecutivo. Como muestra de que el desplome de ingresos tocó suelo en 2009, Salgado avanzó que la presión fiscal ya resultará un punto superior este año -escalará hasta el 31,4% del PIB- y en 2011 se producirá "un pequeño incremento". La sangría inmobiliaria y la caída de los beneficios de las empresas han desplomado los ingresos públicos en los dos últimos años.

Pese a todo, la mejora esperada para los ingresos en 2011 no repercutirá en las arcas de la Administración central. Los cambios en el sistema de financiación autonómica, que dan a las comunidades más participación en los ingresos, reducirán el trozo del pastel del Estado. En concreto, un 12,8% menor respecto al avance de liquidación que el ministerio espera para este año.

El impuesto con peor comportamiento es el de sociedades, para el que el Gobierno contempla este año una caída cercana al 21% respecto a la previsión inicial. Con esa base tan mermada, Economía cuenta con una mejora importante para 2011.

Más allá de ese tributo, las mayores expectativas se depositan en el IVA, para el que se espera un crecimiento del 7,3% respecto a lo ingresado este año, que es muy superior a lo presupuestado. Menos boyante se muestra el IRPF, que acabará este año por debajo de lo previsto. Para 2011 se espera una mejoría, en parte derivada de la subida fiscal aplicada (incremento de tipos en los dos últimos tramos) y del hecho de que no se actualicen con la inflación los mínimos personales y familiares, lo que implica en términos reales pagar más IRPF.