_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Dudas

Rosa Montero

Pues lo siento mucho, pero yo no tengo nada clara la huelga de mañana. De hecho, estoy tan confundida que no sé si me alegrará que triunfe o que fracase. Y, para peor, tengo la sospecha de que al Gobierno y a los sindicatos les pasa lo mismo. Unos quieren que fracase pero, ¡ay!, no del todo. Los otros quieren que triunfe pero no demasiado (ya lo decía ayer José María Ridao en este periódico en un gran artículo). Puede que sea una bruta, pero el problema es que no me los creo. Ni a los unos ni a los otros.

Lo único verdadero, de una autenticidad tan sólida y pesada como el plomo, es la desastrosa situación económica, social y laboral de este país. Los comercios arruinados, las pequeñas tiendas cerradas brotando por las calles como setas. La creciente muchedumbre de parados, con todo lo que eso implica: hipotecas impagadas, casas perdidas, parejas que no pueden separarse aunque quieran hacerlo, familias que tienen que volver a trasladarse con sus padres o padres dependientes que hay que traerse a casa. Y toda esa sensación de inadecuación, de fracaso personal, de trampa sin salida e incluso de pánico que proporciona el desempleo prolongado. Por no hablar del vapuleo moral de los que sí trabajan, que, angustiados por la crisis, soportan sueldos miserables, condiciones feroces y recortes de todo tipo.

Porque es cierto que esta catástrofe económica la está pagando la gente de a pie. Y qué buena es la gente de a pie de este país: se está apretando el cinturón estoicamente. O quizá aterradamente, es decir, movidos por el pavor. El miedo nos nubla las entendederas. También a los sindicatos, también al Gobierno. ¿Sirve la reforma laboral para salir de la crisis? Ni el Gobierno se lo cree. Hacer huelga mañana, ¿será positivo o negativo? Ni los sindicatos lo saben. Sensación de barco a la deriva.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_