La noche del gol de Villa
Un remate del asturiano resuelve un mal partido del Barcelona ante un juguetón Sporting
Villa resolvió un partido que parecía diseñado a su medida, por la ausencia de Messi, por la presencia del Sporting, por la necesidad de que el Guaje se reencontrara con el gol después de quedarse seco ante De Gea. No fue nada fácil, porque para la rehabilitación del asturiano tuvieron que jugar todos los titulares disponibles. No funcionan aún los recambios, de manera que a la que se toca cualquier pieza original, se descuajeringa el cuadro. Y, prácticamente, no hay margen de error en el Camp Nou desde la derrota con el Hércules, así que las concesiones están prohibidas.
Hasta el gol de Villa y después del gol de Villa, el partido fue malo para el Barcelona. El equipo no transmite buenas sensaciones en su estadio cuando juega la Liga. Hasta Xavi pareció por momentos un jugador más, corriente y vulgar, uno de los tantos que compitieron ayer con poca clarividencia, sin mayor ambición que la de derrotar a un Sporting que nunca le perdió la cara al encuentro, más a gusto con la noche que el Barça, poco fiable, nada seguro, más sufridor que divertido, angustiado hasta la jugada final, una falta mal resuelta ante los morros de Valdés.
BARCELONA 1 - SPORTING 0
Barcelona: Valdés; Alves, Puyol (Piqué, m. 46), Milito, Maxwell; Xavi, Busquets, Keita (Pedro, m. 46); Iniesta, Bojan (Mascherano, m. 69) y Villa. No utilizados: Pinto; Adriano, Nolito y Thiago.
Sporting: Cuéllar; Sastre, Botía, Iván Hernández, José Angel; Morán, Rivera (Sergio Álvarez, m. 85), Matabuena (Diego Castro, m. 57), Lora; Billic (De las Cuevas, m. 67) y Barral. No utilizados: Juan Pablo; Jorge, Eguren y Marcos Landeira.
Gol: 1-0. M. 48. Villa.
Árbitro: Paradas Romero. Amonestó a Rivera, Cuéllar, Matabuena, Billic, Botía, Milito y Piqué.
Camp Nou: 66.947 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Jordi Pitarque, jugador del Reus.
No funcionan aún los recambios del Barça y si se toca una pieza original se desencuadra
La vida sin Messi es menos bella y más dura en el Barcelona. Ahora mismo, resulta difícil pensar en conquistar un título sin la Pulga. Otra cosa muy diferente es resolver uno o dos partidos sin el mejor jugador del mundo, circunstancia que no solo es exigible en un equipo como el azulgrana, sino que se supone saludable para la plantilla. Hay que ganar tiempo sin perder puntos. La coyuntura, o la provisionalidad, se apreció incluso en el dispositivo táctico de salida, que por una vez prescindió de los extremos y apostó por dos delanteros: Villa y Bojan. Los barcelonistas se desplegaron a partir de un 4-4-2 en rombo, nada de doble pivote, con Iniesta de media punta, una afrenta que hasta cierto punto despistó al grupo de Preciado, que rotó y mucho el plantel, más que Guardiola, que solo dio descanso inicialmente a Piqué y Pedro.
Aunque los azulgrana no parecieron extrañar el dibujo y dominaban técnica y tácticamente el partido, tanto que los gestos técnicos se sucedían ininterrumpidamente, les costaba alcanzar posiciones de remate, la circulación de la pelota se ralentizaba y la fluidez del juego era escasa. Pasada la media hora, solo se contaba un tiro de Iniesta en una jugada calcada a la que le dio la Copa del Mundo a España. Cuéllar, sin embargo, rechazó ayer el remate cruzado del manchego, protagonista de la noche.
El Barça se enganchaba a la zamarra de Iniesta. El media punta cambiaba de ritmo, aceleraba y llegaba al área del Sporting. A veces parecía incluso que el encuentro era un monólogo de Iniesta. Llegar hasta Iniesta, sin embargo, resultaba muy complicado porque el equipo era excesivamente previsible, no estaba nada fino, jugaba de manera centrifugada, falto de futbolistas de banda porque los laterales tampoco ejercían de extremos. Al Sporting no le llevó demasiado tiempo alcanzar la cancha azulgrana con rapidez y mucha gente, de manera que se advirtió cierta desorganización en el Barcelona.
El partido se puso muy tonto para el Barça y a Guardiola no le quedó más remedio que recuperar el plan de costumbre, el 4-3-3 de toda la vida, volver a abrir la cancha con dos delanteros y atacar con tres: Bojan, Villa e Iniesta. Tampoco mejoró demasiado el fútbol. Incansable, Bojan se resbalaba y Villa continuaba con el punto de mira desviado, obsesionado con el gol. Y ya se sabe que Iniesta es tan generoso con el juego como selectivo en el tiro. La contienda demandaba una vuelta de tuerca más y el entrenador rescató a los dos titulares que aguardaban en el banco, Piqué y Pedro, para cuadrar la formación titular. Ya solo faltaba Messi y el renqueante Puyol. El equipo se reorganizó, recuperó la línea de pase con Iniesta en la medular y habilitó a Villa tantas veces como fue necesario hasta que marcó el gol en un tiro cruzado con la derecha después de un pase de Alves.
Rehabilitado Villa, el partido recuperó su tono más pastoso, tanto que Guardiola volvió a intervenir, ahora con Mascherano, quizá para ganar experiencia y cerrar la cancha propia ante las alegrías del juguetón Sporting, ya con De las Cuevas en el campo. No hubo manera de acabar con el suspense y la tensión hasta que el árbitro pitó el final. Aliviada, la hinchada se pellizcó ante el 1-0, un resultado nada habitual en el Camp Nou y que, a fin de cuentas, sirvió para inventario y gloria de Villa. No hubo más que el gol del Guaje.
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