"Hay que repensar la casa"
Riken Yamamoto abre el máster Biarch de arquitectura
Hace unos meses ganó el concurso para realizar un enorme edificio en el aeropuerto de Zúrich que tendrá 200.000 metros cuadrados construidos, pero no es por este tipo de megaproyectos por lo que es valorado Riken Yamamoto (Yokohama, Japón, 1945), el arquitecto que ayer inauguró la primera edición del selectivo máster internacional que organiza el Barcelona Instituto de Arquitectura (www.biarch.eu), centro dedicado a la formación y al debate que quiere convertir la ciudad en un referente mundial de la disciplina.
Lo que ha dado prestigio a Yamamoto - que ha construido sobre todo en Japón, China y Corea (www..riken-yamamoto.co.jp)- ha sido su investigación sobre la vivienda, generalmente de pequeño tamaño, en la que experimenta con nuevas tipologías y se sirve de materiales industriales o prefabricados para crear espacios luminosos y de gran transparencia. Lo hace incluso cuando el proyecto es de grandes dimensiones. Prefiere construir varios edificios que se relacionan mediante plazas y callejuelas antes que macizos bloques y, de hecho, define su proyecto de Zúrich como "una ciudadela medieval" formada por pequeños edificios interconectados.
"El lugar importa. Creo que tienes que conocer la cultura en la que trabajas"
Le preocupa especialmente el aislamiento de las personas en la ciudad contemporánea, la que ha surgido, dice, "del fundamentalismo económico, de una globalización que hace que, vayas a donde vayas, te encuentres el mismo diseño. Parece que estos rascacielos que tanto abundan sean de diseño muy libre, pero en realidad responden al mismo programa y dependen del mismo sistema rígido de las infraestructuras. Tenemos que desinstitucionalizar los servicios y cambiar la idea de que a cada edificio le corresponde una sola función".
A esto pone su empeño en su trabajo. En el parque de bomberos de Hiroshima ideó un edificio que está adaptado a las visitas escolares y en el Ayuntamiento de Fussa dividió en dos el edificio para ganar espacio en un parque central que funciona como lugar de reunión. "El problema ahora es cómo crear comunidad, qué puede hacer la arquitectura para evitar el aislamiento de la gente", dice. En sus viviendas colectivas, por ejemplo, busca crear espacios comunes y la transparencia en la zona de acceso para visualizar la vida de sus habitantes. También son flexibles, adaptables a los cambios de una familia que no es estándar. "Siguen pensándose las viviendas para una familia con dos o tres hijos, pero ahora, por ejemplo, lo más habitual es que la gente tenga uno solo. Y hay mucha gente mayor que vive sola. Necesitan espacios pensados para ellos. Hay que repensar la casa. El problema es que la vivienda se ha convertido en una mercancía y es más fácil vender lo estándar. Eso es lo difícil de controlar".
Los arquitectos, afirma, están en el centro de una doble crisis. Por una parte, la económica, que es global. Pero, por la otra, hay una crisis en la manera de pensar la disciplina. "Tenemos que cambiar la filosofía de cómo tiene que ser el espacio en el futuro", afirma. Esto vale para la vivienda, pero también para las ciudades y la manera de organizar las redes de distribución de energía. "Ya no es viable tener la central de energía a kilómetros de distancia porque en el transporte hay muchas pérdidas. Con mis estudiantes en la facultad de Yokohama estamos trabajando ahora en este tipo de problemas".
Lo que no vale, insiste, es clonar el mismo sistema en todas partes. "El lugar es muy importante. No es lo mismo un edificio en Barcelona que en Japón. El sistema social es muy diferente, la estructura familiar también. No estoy de acuerdo con estas estrellas de la arquitectura que hacen lo mismo en todas partes. Creo que hay que conocer la cultura en la que trabajas, colaborar con la comunidad para la que vas a construir. Es de esa relación de donde surge la nueva arquitectura".
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