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La Sala tiene que decidir también sobre cuatro recursos del juez y de Falange

El caso de la Memoria Histórica, por el proceso que Garzón abrió para juzgar los crímenes del franquismo, tiene pendientes todavía cuatro recursos.

La Sala Segunda del Supremo llevaba cuatro meses sin resolver nada en este asunto desde que el juez instructor, Luciano Varela, notificó siete resoluciones en un mismo día.

Dos de los recursos fueron de nulidad de actuaciones planteados por el abogado de Baltasar Garzón, Gonzalo Martínez Fresneda, y a los que se adhirió el fiscal con un escrito con notoria contundencia. El letrado denunciaba que Varela había instruido a los querellantes Manos Limpias sobre la forma en la que tenían que presentar su escrito de acusación. Aunque retiraron varias páginas que habían sido literalmente copiadas de un auto de Varela, éste les indicó qué aspectos tenían que incluir en su escrito, lo que suponía una vulneración del principio de igualdad de armas en el proceso, ya que ayudaba a una de las partes en contra de otra.

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El fiscal se adhirió a los recursos de apelación planteados por la defensa de Garzón en términos muy duros.

También faltan por resolver dos recursos planteados por Falange Española, que fueron expulsados del proceso por haber presentado tarde el escrito de acusación, a juicio del instructor, pero con un cómputo completamente contrario a las normas del Tribunal Supremo.

Varela conseguía así eliminar del proceso de un plumazo a la acusación más molesta, puesto que nadie entiende en Europa ni en América que Falange, que representa la herencia del franquismo, haya conseguido sentar en el banquillo al juez que pretendió perseguir los crímenes cometidos por la dictadura.

A la vista del resultado de otros recursos, los indicios apuntan a que todo lo pendiente correrá la misma suerte que las pruebas pedidas por Garzón para su defensa. Y con el mínimo de argumentos posibles porque Prego, Saavedra, Jiménez, Monterde y Berdugo quieren ser los que juzguen al juez de la Audiencia Nacional.

Mientras tanto sigue la tramitación de los otros dos procesos que Baltasar Garzón tiene pendientes en el Supremo por delito de prevaricación. Uno, sobre el patrocinio de los cursos que el juez dirigió en el Centro Rey Juan Carlos de la Universidad de Nueva York, y otro por ordenar las escuchas telefónicas en prisión de los principales imputados de la Operación Gürtel y sus abogados. El otoño del juez se presenta cuando menos preocupante.

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