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MUNDIAL 2010 | Octavos de final
Columna
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Borrón y cuenta nueva

Los análisis a mitad de campeonato son un campo minado. La historia deportiva está llena de ejemplos de que lo ocurrido en la primera parte de la competición no tuvo nada que ver con lo que se vio posteriormente. Equipos que deslumbran de entrada y terminan diluyéndose como un azucarillo y conjuntos por los que nadie da un euro y que terminan ocupando el lugar de los favoritos a media carrera. Son demasiados los casos y numerosos los deportes para no tenerlo en cuenta. Hablando de baloncesto y hablando de España, en el Mundial de 2002 deslumbró en su grupo, ganó a los dos finalistas posteriores, Serbia y Argentina, y en el cruce de cuartos, ante la supuestamente asequible Alemania, nos volvimos a casa. Dos años después, en los Juegos Olímpicos de Atenas, clavó actuación y victorias frente a los finalistas para esta vez caer frente a Estados Unidos. En 2009 casi nos manda para casa Reino Unido el segundo día, Serbia y Turquía nos ganaron y terminamos campeones de Europa.

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El sistema de competición que últimamente impera (una liguilla en la que la mayoría de los ilustres no tiene especiales problemas para clasificarse y a partir de entonces inmisericordes cruces) introduce una variante más que hace aún más peligroso aventurarse en el pronóstico. Hasta el momento de las eliminatorias, los equipos juegan con red. Nada es irremediable, todo lo contrario de lo que ocurrirá a partir de hoy en Estambul. Ya no solo se trata de jugar bien, sino de saber competir, que son dos cosas diferentes; y, si no, que se lo pregunten a la Italia futbolística.

España no ha hecho una buena primera fase. Ni siquiera regular. La lista de problemas que no han tenido solución hasta ahora es amplia y va desde la ciclotimia en el juego hasta un desequilibrio excesivo entre las prestaciones de los habituales y aquellos que no lo son tanto, los rebotes ofensivos, el ataque ante equipos más atléticos o ciertos jugadores, por diversas razones, bastante desenfocados. Pero hoy comienza otra historia, en la que todo lo hecho hasta ahora cobra ya una importancia relativa. Es más, en el último momento, Nueva Zelanda nos ha echado un cable que puede resultar impagable y, de golpe y porrazo, nos ha quitado a Estados Unidos del camino. Era lo que habíamos pedido a los Reyes. Lo que no habíamos logrado con triunfos nos lo ha regalado la competición.

Pero este favor quedará en nada si no es corroborado con una mejora ostensible del juego, pues la dificultad de cualquier empresa depende menos de lo ajeno (no es manco, llamándose Grecia o Serbia) que de lo propio. Una mayor constancia en el juego durante los 40 minutos, sin los lapsos de pérdida de concentración que hemos sufrido hasta ahora; un paso adelante de algunos jugadores, aumentar la contundencia defensiva (ese dos contra dos de base o alero con pívot en los alrededores de la personal nos ha hecho mucho daño), mejorar la eficacia reboteadora y una marcha más en las transiciones, territorio en el que desde nuestro primer director, Ricky Rubio, hasta jugadores como Rudy, Sergio Llull, Navarro e incluso pívots como Fran Vázquez se mueven muy a gusto, nos acercaría a niveles de juego más en consonancia con nuestro valor teórico. En definitiva, recuperar señas de identidad que han aparecido con cuentagotas en esta primera semana.

La mejor noticia es que el discreto juego no ha tenido ninguna consecuencia grave. Al contrario, llegamos a Estambul en el lugar casi ideal del cuadro y con ningún adversario que asuste en el camino, lo que tiene que ayudar a elevar el ánimo del equipo español, pasar página y olvidar rápidamente las penurias sufridas. ¿Será verdad que este conjunto tiene un ángel de la guarda que no descansa nunca? Entre esta posibilidad celestial y las enseñanzas de la historia, yo no sacaría excesivas conclusiones premonitorias. Lo que está claro es que comienza otro Mundial, que nos exige hacer borrón y cuenta nueva. Está en el talento de nuestros jugadores. Solo hace falta que aparezca y hoy mismo Grecia nos va a obligar a que lo haga ya.

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