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Tentaciones
Reportaje:LIBROS

Justicia con Los Ángeles

El punk surgió en Nueva York, Londres y Los Ángeles. La primera nos dio a los Ramones y una escena arty. La segunda, a los Pistols y los Clash. ¿Alguien sabría decir qué aportó la tercera? El punk angelino no tiene esa dimensión legendaria. Sin embargo, fue el único que siguió funcionando en los ochenta y su influencia fue absoluta en los noventa. Grupos como Red Hot Chili Peppers, Jane's Addiction, Nirvana o Green Day dejaron clara su deuda con esa rama del punk.

A mediados de los setenta, una corriente de energía se instaló en Hollywood Boulevard, atrayendo a quienes no encajaban. El

punk conectó a adolescentes que odiaban el surf con los renegados del sueño hippy. "El punk de Los Ángeles (L.A.) era llamativo, cutre y camp. No estaba politizado, como en Londres, ni marcado por la moda. Tampoco tenía el rollo cool de Nueva York. En L.A. había libertad para estar como un cencerro. Al fin y al cabo, era la capital del entretenimiento, y eso empuja a montar el número, aunque sea inconsciente". Lo dice el periodista Marc Spitz, coautor del libro Tenemos la bomba de neutrones, escrito a medias con el recientemente fallecido Brendan Mullen, propietario de The Masque, el club donde todo comenzó.

Jim Morrison fue, según Spitz, el prototipo de punk local. "Influyó en Iggy Pop, quien es considerado el padrino del punk. Y si has apadrinado al padrino, entonces eres el punk original". Pero en 1977, quienes despuntaban en Sunset Boulevard eran cuatro lolitas macarras descubiertas por ese magnate de lo inusual llamado Kim Fowley. Las Runaways, cuya historia ha convertido en película Floria Sigismondi —y con Kristen Stewart, protagonista de Crepúsculo, interpretando a Joan Jett—. "Siempre hubo muchas más bandas de garaje en L.A. Sobre todo porque en L.A. hay más garajes", reflexiona en Tenemos... la artista Bibbe Hansen, madre de Beck y devota de un movimiento en el que también despuntaban bandas como The Bags, The Weirdos, The Screamers, The Dils, The Zeros o The Plugz. Estas tres últimas aportaron la cuota latina, ausente en otros focos punk y en el rock en general, y que tuvo en Los Lobos su mejor representación. De los Zeros salió El Vez, y de los Dils, Tito Larriva, habitual en el cine de Robert Rodríguez. "Creo que una de las misiones del libro", explica Spitz, "era demostrar que no existía un sonido homogéneo en L.A. Había influencias del hardcore, el rockabilly, el gótico, la neopsicodelia, el power pop". Locales como The Starwood y Troubadour se convirtieron en las mecas de un movimiento publicitado por fanzines como Slash! y Search & Destroy. Así se alimentó una escena en la que gente del cine (Pee Wee Herman, Laurence Fishburne, John Belushi) se mezclaba con músicos, poetas, fotógrafos y maleantes.

A principios de los ochenta, X, con su sonido urbano, sus letras poéticas y canciones emblemáticas como We're desperate (Estamos desesperados), se convirtieron en el paradigma del punk angelino. Mientras, las Go-Go's triunfaban auspiciadas por la entonces recién nacida MTV. Años después, Black Flag, Bad Religion, el sello Epitaph y el skate punk mantuvieron vivo ese espíritu subversivo cuando en Nueva York y Londres este ya era historia. "La influencia de todo aquello va y viene por oleadas, aunque jamás entenderé por qué un grupo como X no está en el Rock & Roll Hall Of Fame. Deberían erigirles una estatua en Hollywood", dice Spitz. Y así habría al fin una leyenda oficial con quien identificar aquella escena.

The Runaways se estrena el viernes 10. Tenemos la bomba de neutrones está editado en Munster Books. Síguenos en nuestro blog

<b>Kim Fowley sujeta a Cherie Currie en Los Ángeles en 1976. La cantante de The Runaways tenía 16 años.</b>
Kim Fowley sujeta a Cherie Currie en Los Ángeles en 1976. La cantante de The Runaways tenía 16 años.JENNY LENS

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