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Tentaciones
Reportaje:LIBROS

'Disfrutar es una palabra que da asco'

"La cárcel de Palencia se llama La Moraleja. El nombre le hacía mucha gracia a Francisco García. El resto de reclusos no entendía el chiste, porque ninguno era de Madrid". Así empieza Los millones, primera novela de Santiago Lorenzo (Portugalete, 1964), director de dos comedias de culto tan anómalas como Mamá es boba (1997) y Un buen día lo tiene cualquiera (2007). Con este valioso debut, Lorenzo parece reafirmarse en ese alejamiento del cine que tuvo su acto inaugural hace unos meses, con la puesta de largo en Valladolid de su exposición de escenografías delirantes y objetos bellamente inútiles Juguetería.

Los millones cuenta, en clave de comedia negrísima, la historia de un terrorista de los GRAPO que acierta la combinación ganadora en un boleto de la Primitiva. Su invisibilidad social —su condición, en suma, de hombre sin DNI— le impedirá cobrar los 200 millones del premio. Antes de convertirse en una novela de madera clásica y estilo preciso, la historia del infeliz Francisco García había adoptado la forma de guión cinematográfico: el guión de una película que Lorenzo no logró vender a ningún productor. "Ha sido un proceso parecido al de escribir un guión y luego dirigir la película", explica Lorenzo, "es igualito que dirigirlo, pero en papel y sin tener que madrugar, y con la posibilidad de que seas tú mismo quien elija a todos los miembros del equipo, del primero al último". Sorprendido por las complicidades que encuentra su novela entre lectores no especialmente receptivos a sus trabajos cinematográficos, Lorenzo prefiere dejar de pensar en la película que podría haber sido: "Nunca te dicen por qué no van a hacer tu película. Tampoco llevé el proyecto a muchos sitios. Si yo fuera productor, tampoco haría nunca las películas que me propusieran. Me pasaría el día dando excusas. No sé por qué nadie quiso hacerla: les debió de parecer una porquería. Recuerdo muy poco acerca del tipo de película que quería hacer porque en aquella época iba todo el día pedo".

El estreno de Lorenzo como escritor inaugura editorial: Los libros de Mondo Brutto, un sello independiente con planes de convertirse en el brazo literario del longevo fanzine Mondo Brutto, publicación que lleva años documentando esa otra historia de España que también nutre el imaginario de Los millones: "No es una novela histórica. Pasaron cosas muy gordas durante la primavera de 1986 y ninguna de ellas sale en la novela: Chernóbil, las elecciones generales, el Mundial, la muerte de Tierno Galván o el bombardeo de Libia; pero nada de eso le interesa a mi personaje, que vive apartado del mundo. En los ochenta, en Madrid no solo pasaba Alaska. Es más, Alaska me da absolutamente igual. Pasaban más cosas. Era un país muy pobre con unas ganas tremendas de convencerse de que era un país de millonarios. Se empezaban a emplear palabras absolutamente positivas en situaciones económicas peliagudas. Un poco como ahora. La palabra que más oirás últimamente es 'disfrutar', que es una palabra que me da absoluto asco. Y en los ochenta, las palabras de moda eran 'lúdico' y todas las relacionadas con la comidita y los hotelitos. Lúdico y panaché".

Los chicles pegados bajo el mostrador de un bar de barrio son el particular código de comunicación del grupo terrorista al que pertenece el protagonista de Los millones. "No iba a poner de protagonista a un tío como yo, que está todo el día en casa mirando al techo, ¿no? De lo que menos se habla en la novela es de terrorismo: en realidad, se habla de un tío que está todo el día en su casa mirando al techo. O sea, que quizá sí que serviría yo mismo como materia literaria. Los GRAPO son un grupo bizarro y atractivo. Parece que esa gente es exótica y que tiene un lado de pasión superior al del resto, para bien o para mal. Ahora dicen que los GRAPO ya no existen. Es difícil documentarse sobre un grupo que parece que lo hayamos soñado. Tan minúsculo como un club gastronómico. No habría otro remedio que quedar con ellos", añade Lorenzo, que ya está a punto de terminar su segunda novela, Los huerfanitos, que contará la historia "de unos tíos que no tienen más remedio que ponerse a montar un espectáculo de teatro a pesar de que el teatro les produce alergia absoluta".

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<b>Santiago Lorenzo, director de <i>Mamá es boba</i>, convierte en novela la historia que nadie le quiso producir.</b>
Santiago Lorenzo, director de Mamá es boba, convierte en novela la historia que nadie le quiso producir.MER GARCÍA NAVAS

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