La vuelta al cole en 10 canciones
Una decena de temas para capturar la melancolía de septiembre
Tequila lo hizo a ritmo de rock and roll, Mecano aprovechó septiembre para recordar una ruptura, Gran Wyoming y Reverendo lo trataron con guasa y Antonio Vega con hipersensibilidad. Cuando llega septiembre se vuelve al trabajo, al colegio y a la Tierra entera le ataca una desconcertante melancolía. Diez canciones de otras tantas bandas madrileñas lo expresaron a su manera.
- Matrícula de honor, de Tequila. Este rock and roll acelerado se incluyó en el segundo disco de Tequila. Habla Alejo Stivel, su cantante: "Fuimos tan malos estudiantes que nunca nos dieron una matrícula de honor, así que nos la pusimos nosotros. Es autobiográfica. Cuando llegué de Argentina fui a 2º de BUP a un colegio de Madrid, pero no lo soportaba y abandoné a los seis meses". La canción es muy clara: "Me entra por una oreja / por otra se me va; / un día en el colegio / es un muermo total".
Tequila: "No nos dieron una matrícula, así que nos la pusimos nosotros"
'Días de escuela' quizá sea la canción que mejor retrata el colegio
Krahe canta a vivir la tristeza del otoño con cierta alegría de espíritu
El Gran Wyoming y El Reverendo hicieron "una loa al trabajo... ajeno"
- El 7 de septiembre, Mecano. Ya es coincidencia que el mes más melancólico del año coincida con el aniversario de una pareja que ha roto. Lo cuenta Mecano en esta pieza tan recargada como estilizada, que dice: "El 7 de septiembre es nuestro aniversario / y no sabemos si besarnos en la cara o en los labios".
- De trabajo, Frank T. El rapero madrileño incluye este alegato contra la explotación en el trabajo con disparos como estos: "Quince horas de trabajo, de sudores y de paciencia... de aguantar otros y a otros / de estar limpiando restos que dejan los otros"; o "mineros, carpinteros, barrenderos que por amor al arte cuando pueden son bajistas o raperos / arrodíllense ante ellos...".
- Loor al trabajo, Gran Wyoming y Reverendo. El Gran Wyoming explica, con sorna (cómo no) el germen de esta canción: "La compusimos cuando el maestro Reverendo tuvo una crisis y quería emplearse en una plantilla". Consiste en una alabanza al trabajo... ajeno. "Me canso solo de pensar qué sería de mí si tuviera que trabajar", dice la pieza a ritmo pianístico de swing. Tronchante.
- Trabajo o salud, A Palo Seko. Este himno a la vaguería de los punkis alcalaínos A Palo Seko deja las cosas muy claras: "Nací cansado, vivo para descansar y descanso para vivir". Todo esto a ritmo veloz y con voz ronca. Sigue: "Trabajo o salud, eterna pregunta... Soy un vago y soy feliz, / trabajo para qué... ¡vive la vida!". Pues eso: unos punkis.
- Días de escuela, Asfalto. Quizá la canción que mejor retrata aquella escuela rancia y gris de la España de los sesenta. "Dos horas de catecismo y en mayo la comunión / la letra con sangre entra, otro capón", cantan los creadores del rock urbano, Asfalto. Pero la canción empezó de forma muy distinta. Lo cuenta José L. Jiménez, uno de los compositores, además de bajista y vocalista de Asfalto: "Días de escuela iba a ser la historia de un travestí amigo nuestro que tenía una vida tremenda. Pero estábamos en el local de ensayo y no nos salía. Entonces empezamos a acordarnos de cuando íbamos al colegio y todo fluyó".
- Chicas de colegio, Mamá. Quizá resulta ingenua esta letra de 1980 ahora, en 2010. Pero es tan arrebatadoramente pegadiza que dibuja una sonrisa en cuento suenan los primeros acordes. Los nunca bien valorados Mamá hablaban así de las escolares: "La carpeta en el pecho, protegiendo su pudor / fotos de sus ídolos... Con tabaco rubio, coca-cola en el bar / hablan de domingo en el parque Aurrerá... Ahí están, chicas de colegio".
- Septiembre, Los Enemigos. Sombría y desgraciada la lectura que hace el cuarteto madrileño de la vuelta al colegio. Surgió cuando su compositor, Josele Santiago, leyó en el periódico una noticia impactante: un estudiante prefirió suicidarse antes que enseñar las notas a sus padres. Así canta Josele en esta dura letra: "Ya es septiembre y yo no voy a estar... Voy a estrenar corbata hoy / por fin haré algo de verdad".
- El sitio de mi recreo, Antonio Vega. Con su sensibilidad habitual (esta vez más sensible si cabe), el fallecido compositor madrileño crea su propio recreo, un espacio imaginario que se parece bastante al que funciona en las escuelas. "Habla de los lugares donde uno se encuentra a gusto física y espiritualmente. Más que un lugar es un estado de consenso contigo mismo, un lugar no conflictivo", declaró a la revista Rolling Stone sobre esta pieza. Surge el milagro cuando el oyente se ve transportado a ese lugar mientras escucha versos como: "Donde nos llevó la imaginación / donde con los ojos cerrados / se divisan infinitos campos".
- Sonata de otoño, Javier Krahe. Un canto a vivir la tristeza del otoño con cierta alegría de espíritu. Así canta Krahe: "Aparte de hojas muertas y llantos de violín / el otoño traerá sus frutas y flores tardías".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.