Jurado deja al Atlético en lo más alto
Antes de irse al Schalke y titular como último gesto de Quique Flores, el centrocampista abre la goleada al Sporting con Agüero y Forlán como teloneros de lujo
Con un físico privilegiado y una confianza a prueba de bombas, el Atlético prolongó la fiesta de la Riviera francesa en la ribera del Manzanares haciéndole un roto de mil demonios a un Sporting a merced de los quiebros de Agüero, la pegada de Forlán, el turbo de Ujfalusi y la puesta en escena de José Manuel Jurado. Una goleada que valió el liderato en la Liga, palabras mayores en la casa rojiblanca aunque sucediera en la primera jornada del campeonato, y que brindó la mejor de las despedidas y lanzó todavía más al futbolista en boca de todos. En un tira y afloja que parecía no tener fin, el centrocampista pretendido por el Schalke de Raúl se acostó el domingo más dentro que fuera y amaneció con las maletas casi hechas para Gelsenkirchen. Quique Flores, que se oponía a su marcha contra viento y marea, intentó convencerle de la única manera que podía, poniéndole de titular. El gesto llegó tarde, eclipsado por los millones de euros que el club alemán puso sobre la mesa y la notable mejora salarial en la ficha del centrocampista.
El mérito del Kun en el segundo gol fue tan evidente que el uruguayo le aplaudió
El preparador rojiblanco colocó por su cuenta y riesgo a Jurado como interior derecho en detrimento de Simão, revaluado tras su partido contra el Inter. La respuesta del volante andaluz, la niña de los ojos del cuerpo técnico, que, como si fuera una pócima mágica, le dosificaba en los partidos por su apariencia frágil, no se hizo de rogar. Jurado se reivindicó en su adiós al Atlético con un buen gol en una jugada de estrategia. Reyes, con la cabeza vendada como un faquir tras un encontronazo, sacó un córner y Godín bajó al piso el cuero hacia la frontal, por donde irrumpió Jurado cruzando con la derecha la pelota lejos de Juan Pablo.
El golpe abrumó al cuadro de Manolo Preciado, que no resistió las revoluciones que imprimió el Atlético al encuentro, sobrado como si el Inter no le hubiera exigido en Montecarlo. Rivera no encontró casi nunca la manera de enlazar con Barral, que, cuando pudo mirar a puerta, se encontró con De Gea, siempre en su sitio. El puesto en el once inicial del nueve fue todo un aviso para navegantes de como se las gasta el entrenador del Sporting, que dejó en el banquillo a Nacho Novo, que llegó a Gijón procedente del Glasgow Rangers como un star system. Galones insuficientes para que haga ascos a jugar esquinado como le exigen.
La dificultad del Sporting para convertir sus ocasiones quedó reflejada en las facilidades del Atlético para embocarlas a la red. Forlán marcó el segundo tras un eslalon preciosista del Kun, que, tras culebrear entre Eguren y Gregory, dejó el balón en bandeja al matador uruguayo. El mérito de Agüero fue tan evidente que su compañero, el mejor jugador del Mundial ni más ni menos, se lo reconoció aplaudiéndole. Como si fuera un bucle, la historia se repitió en el tercer tanto tras una llegada de Ujfalusi, alumno aventajado del maestro Prandelli, que Forlán voleó con una autoridad incuestionable.
La noche parecía perfecta, la gente se divertía y la temperatura agradaba cuando Quique, rendido a la evidencia, cambió a Jurado por Simão. El español se fue en un mar de aplausos. Hasta que el portugués, que también reclamaba su ración de gloria, se inventó un golazo por toda la escuadra que dejó al Atlético en lo más alto de la tabla.
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