"Hemos aprendido a competir"
A Quique Sánchez Flores (Madrid, 45 años) le bastaron unos meses inolvidables para rescatar al Atlético de la travesía del desierto a la que se había habituado y actualizar su currículum de trofeos. Muchos incrédulos siguen todavía frotándose los ojos, sin saber si fue flor de un día o la simiente de algo más serio.
Pregunta. Después del subidón de la temporada pasada, ¿está el Atlético a la altura de las expectativas generadas?
Respuesta. Recogí a un equipo en cuidados intensivos y que ahora está rehabilitado, pero no debemos perder nunca la perspectiva. La Liga Europa y la final de Copa hicieron posible una limpieza mental, no solo de la institución y los jugadores, sino de todo el entorno... Pero me da cierto vértigo que olvidemos de dónde venimos, lo que somos y adónde vamos. Ese es el principio de los fracasos: cuando pierdes de vista tu objetivo y vas a por las cosas que no están a tu alcance. En ese sentido debemos andar con cuidado, pero sin pensar que ya se llegó a puerto. ¡Para nada! Con prudencia y con coherencia, la idea es recuperar el terreno perdido en la Liga y colocarnos entre los cuatro mejores. Ese es nuestro rol: recobrar un prestigio de Champions. A partir de ahí, evidentemente, le hemos cogido el gusto a las competiciones cortas, y también vamos a hacer un mayor esfuerzo; con los refuerzos que han llegado, y con lo que han crecido futbolísticamente el resto, podemos arrancar con garantías.
P. La temporada pasada se notó en la Liga el esfuerzo en Europa y la Copa. Quedaron novenos.
R. Jugamos 64 partidos, ¡un Mundial!, y con los recursos que había no daba para todo. Tuvimos que sacrificar algo. Nos volcamos en las competiciones cortas, donde partíamos con una mentalidad fuerte, sin ningún tipo de desgaste. En la Liga la recuperación resultó muy difícil: para cuando quisimos arrancar, los equipos ya estaban colocados y defendiendo sus posiciones. Ahora hemos hecho la tercera mayor inversión, 30 millones de euros, tras Madrid y Barcelona, que juegan otro campeonato. En el corto recorrido ya demostramos el curso pasado que somos capaces de ganarle al mejor equipo de España y del mundo probablemente. Pero en el largo, las distancias se amplían, y somos conscientes de que en 38 partidos nuestra Liga no está con ellos. Partiendo de esa base, cuatro-cinco equipos nos disputaremos el tercer y cuarto puesto. Hay muchos equipos acostumbrados a fajarse, que es un poco a lo que llegamos en el último tramo de la campaña pasada, no digo de la Liga, lo separo claramente. Hemos aprendido a competir, algo que el Valencia, más allá de los jugadores que entren y salgan, y el Sevilla vienen haciendo con mucha regularidad. Y el Villarreal, que se va a volver a enganchar a ese carro al que ha pertenecido en los últimos años.
P. El Valencia se ha desprendido de Villa y Silva. El Atlético ha hecho un gran esfuerzo para no hacerlo de Agüero y Forlán.
R. Eso debe ser siempre elogiado. La cultura de retener es tan importante como la de ir al mercado. En ese sentido, esta casa lleva reteniendo bastantes años a sus mejores jugadores: Diego ha sido elegido el mejor del Mundial y el Kun creo que va a dar el salto. Está en un año bisagra, un año de esos en los que te quedas o despegas. Como tiene herramientas de verdad, como tiene condiciones, creo que va a despegar. Pero a lo que iba, a partir de que continúen se crece mucho, y el mensaje es muy claro: se quiere seguir mejorando. Y eso es lo que cala finalmente en los aficionados. Crea vínculos. El club atraviesa un periodo de estabilidad porque hemos llegado a eso. El comportamiento de la afición en la derrota de la Copa, más que en la fiesta de la Liga Europa, es el mayor vínculo posible. Defendemos las sensaciones de cientos de miles de seguidores.
P. Les demostró que, como dijo, no vino a inmolarse. Volvieron a sentirse campeones.
R. Mis límites los puse en juego, sin duda. Fue mi experiencia más intensa como entrenador, porque fue más breve y obligó a hacer las mismas cosas en menos tiempo... Eso conlleva un desgaste brutal. No temí por nada futbolístico, pero sí por mi salud. En algunos momentos me sentí realmente frágil. Pero a nivel futbolístico, me reforzó muchísimo a mí y a mi cuerpo técnico, porque comprobamos que lo mismo que hacíamos en el plazo de diez meses podíamos hacerlo en cinco. Y encima ganando algún título. También comprobé que hay muy pocas personas de fe. Quitando a los propios jugadores, que fueron cambiando su mentalidad, y a los aficionados, que estaban deseosos de entregarse a algo diferente, solo hubo manifestación de fe cuando se produjeron los milagros. La mayoría de la gente solo cree en lo que ve. En los resultados. No en el trabajo que está detrás de hacer posible lo imposible.
P. ¿De alguna manera, el Atlético es un equipo espiritual, que llega al alma?
R. ¿Sabe qué significa el fichaje de Luis Filipe, al que el Barcelona pretendió el verano pasado? Su incorporación es un mensaje de optimismo porque quiere decir que el Atlético puja por los grandes jugadores, y también es un mensaje de fe: creemos en aquellos futbolistas que, como Luis, han tenido una lesión importante. Creemos tanto en él que no dudamos en que va a recuperar su mejor papel.
P. ¿Qué me dice del resto de refuerzos?
R. Con Godín apostamos por un defensa determinante, de los que no se equivocan. En lo que le conocemos, es bastante fiable, sabemos que va a encajar. Viene porque respecto al curso pasado, cuando no estuvimos potentes excepto en los últimos dos meses, no podemos conceder errores que manchen al grupo. Luego está Fran Mérida, que aunque no haya jugado mucho en el Arsenal tiene un perfil al alcance de muy pocos, porque solo los elegidos pasan por las manos de Wenger. ¿Y qué decir de Tiago? Es el colofón a la plantilla.
P. Que para empezar se juega la Supercopa de Europa.
R. Por derecho propio somos finalistas, pero no voy a dejar bajo ningún concepto que conviertan, dependiendo del resultado, una fiesta en un funeral si no se consigue este primer título. No renunciamos a nada, por supuesto somos capaces de lo mejor, pero el favorito es el Inter, que para eso es el campeón de la Champions. La presión debe ser para ellos. El matiz está justamente ahí: en la coherencia de administrar este tipo de éxitos.
Siete canteranos
En 1992 Jesús Gil desmanteló el fútbol base rojiblanco por considerarlo "inviable económicamente". El Atlético tardó una generación en reconstruir el modelo de las categorías inferiores. Dieciocho años después el club invierte seis millones anuales en sus cachorros. Con José María Amorrortu al timón, la
cantera es la solución a la crisis: siete de los jugadores del primer equipo -De Gea, Joel, Valera, Antonio López, Domínguez, Mario Suárez y Camacho- proceden del Cerro del Espino.
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