"El viudo no lo va a soportar, esto le ha sobrepasado"
Los vecinos de la víctima recuerdan su afán por ayudar
María Gámez, vecina de Vallecas, vive a escasos metros del 4ºF de la avenida de Palomeras, un vecindario humilde donde habitó hasta el pasado sábado María Luisa Santana, o Marisa, como la llamaban todos allí. Gámez tiene 70 años, solo seis menos que el hombre que asesinó a su amiga de dos disparos, y asegura que la víctima "era una mujer ejemplar, excelente, amable...", y por supuesto, "sin ninguna aversión hacia las personas mayores, como han dicho algunos medios", se queja.
"Marisa se pasaba por casa a ayudarme siempre que podía", relata Gámez, madre de cinco hijos, dos de ellos con deficiencia mental. "En los 17 años que lleva aquí, nunca dejó de servir a todo el mundo", asegura. Todavía recuerda esta señora cómo le temblaban las piernas cuando recibió la noticia de su muerte. "Aunque no tanto como a Toñi, la de al lado", afirma.
Toñi, Antonia Ayala, no puede contener las lágrimas cuando recompone el perfil de la fallecida. "Le gustaba ayudar sobre todo a los niños y a los ancianos. Y nunca negaba un favor", cuenta. Junto a ella está David Ramírez, su hijo de 24 años, quien postrado en una silla de ruedas recuerda cómo su vecina se remangaba de cuando en cuando para darle un masaje en las piernas. "Yo era amigo de su hijo Ismael, que es muy buena gente, pero creemos que aún no ha asimilado la noticia. Está entero", describe.
Marisa y su marido Ismael se iban de vacaciones cerca de Madrid el día del trágico suceso porque "no había para más". Este año la crisis les había pegado duro, según el vecino de la puerta de al lado. Ahora eso es un mal menor. "Ismael se levantó esta mañana llorando y se fue. Después volvió y llevó al chico a casa del hermano", relata el vecino. Se lamenta porque cree que el viudo "no lo va a soportar. Le ha sobrepasado". "Ahora, solo queremos que se haga justicia con el asesino", sentencia.
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