Pau estaba allí
El mayor de los Gasol, que no jugará el Mundial, presenció el encuentro desde el palco
La amenaza llega a través de un mensaje de texto. Cuando Marc Gasol sale a la pista, horas antes del comienzo del partido, parece satisfecho: calza chanclas, una toalla blanca le rodea la cintura y su vozarrón canturreante intenta imponerse a la música que vomitan los altavoces, Volare en esos momentos. El pívot español, sin embargo, no puede sentirse tranquilo. "Don't think that's going to happen tomorrow" es lo que ha podido leer la noche anterior en su teléfono móvil. "No pienses que esto volverá a ocurrir mañana", le viene a escribir Rudy Gay, su compañero en los Grizzlies de Memphis, tras la sufrida victoria de Estados Unidos contra Lituania del viernes. Y no, no es eso lo que ocurre ayer en la Caja Mágica, asediada por los aficionados desde horas antes del encuentro, unos en las terrazas de los bares, otros haciendo botellón, todos vestidos de rojo. Y no, no es eso lo que se encuentra España cuando Lamar Odom, vistiendo una cinta para el pelo sobre su rapada calva, lidera la primera carga. Y no, nada tienen que ver esos atletas que corren como balas con los que la noche anterior solo logran siete puntos en un cuarto contra Lituania.
Marc dio y recibió de lo lindo. España se marchó al descanso con 11 rebotes menos
El viernes EE UU anotó siete puntos en el primer cuarto. Ayer los logró en tres minutos
A mediados del tercer cuarto, Marc carga al rebote como si fuera el tren de las cinco: no hay nada en este mundo que pueda detener a esa mole de 215 centímetros y 120 kilos en movimiento. El pívot entra a rebufo de un chispazo, el fino Juan Carlos Navarro, que anota y recibe un toquecito de Tyson Chandler, ese hombre que se define como "demasiado apasionado", 215 centímetros y 106 kilos. Los dos pesos pesados inician entonces una conversación que amenaza con convertirse en tangana, los dos banquillos en pie, los árbitros corriendo de un lado a otro y el público abucheando. "¡A por ellos, oé!", trona la grada.
Atrás habían quedado los españoles saltando en círculo como si fueran uno, muerto ya el calentamiento. Silenciadas llevaban ya un buen rato las trompetas, que homenajeaban a los estadounidenses con la banda sonora de Bienvenido, Mr. Marshall y su Americanos, os recibimos con alegría. Y lejos quedaba ya la desinhibición de Odom, que en medio del partido se puso a canturrear, amagó un bailoteo al son de la megafonía e inmediatamente sometió a Marc a un brutal bloqueo. El pívot dio y recibió de lo lindo. España se marchó al descanso con 11 rebotes menos que los estadounidenses.
Jenaro Díaz, asistente de Sergio Scariolo, se desgañita entonces haciéndole ver cuál es el problema. Marc asiente bajo una lluvia de silbidos que se mezcla con las trompetas del Ojo del Tigre, un homenaje a Rocky que escuchan la infanta Elena, Cristiano Ronaldo o Amaia Montero. Allí estaba también Pau Gasol, que no jugará el Mundial y que recibió la ovación más sentida de la tarde. Y por allí, justo delante, se movía con la punta de los zapatos siempre dentro de la pista Mike Krzyzewski, coach K, mientras gritaba desesperado, escuchaba los lamentos de Odom y observaba las acrobacias de Kevin Durant y Andre Iguodala.
El viernes, Estados Unidos solo anotó siete puntos en el primer cuarto. Ayer ya los había logrado en los tres primeros minutos. Marc sabía que eso podía pasar. Gay ya se lo había avisado.
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