Deba, dos siglos de toros

16 de agosto de 1840. José Ituarte Zapaterito y Manuel Egaña, ambos toreros locales, hacen el paseíllo en la vieja plaza de Deba para dar cuenta de los toros denominados larrabehiak, que el vecino del barrio de Arriola, Antonio Arteche había llevado hasta el centro del pueblo.

18 de agosto de 2010. Juan Bellido Chocolate y Víctor Álvarez se presentan en la feria de la localidad guipuzcoana para estoquear erales de Puerto de San Lorenzo, de Salamanca.

Han pasado más de 150 años y el costero pueblo de Deba sigue fiel a una tradición de más de dos siglos. Fue en 1767, cuando el maestro del pueblo tuvo que acceder a dar fiesta cuando se celebraban corridas en el pueblo. Ayer, dos novilleros madrileños protagonizaron el festejo principal de un pueblo que rebosa tradición taurina.

Se suceden los festejos en Trucíos, Amurrio y Llodio y espera Orozko

A las ocho de la mañana, suenan los cohetes para el encierro, el único que emula en el País Vasco a los sanfermines porque por las calles de Deba corren los erales que se lidiarán por la tarde.

Hasta que comienza la novillada hay otras dos citas con el toro, sendas sueltas de vaquillas emboladas para que un buen número de jóvenes jueguen al toro con el perpetuo recuerdo del toreo vasco.

En Deba, los sanrokes huelen a toro. Desde primera hora hasta el millar de personas que abarrotan los tendidos realizados de forma expresa para encajarlos en la plaza del Ayuntamiento. La balconada consistorial sirve de palco presidencial, los bares ceden sus espacios para acceder a los tendidos en un coso taurino con sabor añejo, que da la sensación de vivir una novillada en blanco y negro.

Chocolate cortó la única oreja del festejo en su primero, mientras que su compañero, de la Escuela Taurina de Moralzarzal, perdió los trofeos con la espada. Los dos novillos siguientes no sirvieron para el lucimiento y lo único que destacó fue la interpretación, al estilo de Azpeitia, del Hirugarren zezen zortzikoa, que recuerda al banderillero José Bentura Laka, nacido en Deba y que murió corneado en 1841 en Azpeitia.

Deba es cuna de toreros, como Egaña, que actuó en Bilbao y Pamplona en el siglo XIX, o Laka, Ituarte y los hermanos Zozobarros; pero también es tierra de toros bravos. En el Alto de Itziar se crían los astados del Marqués de Saka, que con su F marcado a fuego en el lomo sigue corriendo sus vacas por las calles de Deba y de otros muchos pueblos.

Deba, con su particular afición, es uno de los numerosos pueblos del País Vasco que continúa con una larga tradición taurina en un mes de agosto cargado de festejos. El sábado, fiesta en Trucíos; el domingo la localidad alavesa de Amurrio celebró una novillada picada, que ofreció el mejor cartel posible de aspirantes. El lunes, cuando comenzó el ciclo de Deba, fue en Llodio donde se abrió la feria con una novillada sin picadores, que reunió a un millar de personas y vio el éxito del heredero de Espartaco, un joven de Espartinas llamado Borja Jiménez que cortó tres orejas. El último fin de semana de agosto, los llodianos volverán a tener novilladas el sábado y el domingo, como preludio a los santolines de Orozko, cita ineludible para el aficionado de Bilbao el primer domingo de septiembre. Y el punto final de esta ruta taurina de los pueblos llegará en Zestoa en torno al 8 de septiembre. En Deba terminarán mañana.