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Los partidos censuran el silencio de Batasuna ante la violencia callejera

Los ediles de ANV en Azkoitia rechazan condenar la quema de contenedores

La clase política vasca no quiere esperar más. Con el rebrote de la kale borroka de trasfondo -cinco presuntos ataques desde el pasado 7 de agosto-, las instituciones y los partidos con representación en Euskadi instaron ayer a la izquierda abertzale a demostrar su apuesta por vías exclusivamente políticas rechazando sin ambigüedades el ataque de ayer contra una docena de contenedores en Azkoitia. Mientras que las criticas fueron lloviendo a medida que se mantenía el silencio, en el consistorio, los ediles de ANV, ilegalizada por el Supremo al considerar la formación una heredera de Batasuna, rechazaron suscribir la declaración de condena municipal, alegando que no tenían la certeza de que lo ocurrido fuese violencia callejera. "Algo está fallando", en el proceso de la izquierda , abertzale, reconoció a Europa Press el alcalde, el peneuvista Asier Aranbarri.

Los ediles de ANV dijeron no estar seguros de que era 'kale borroka' Ares: "Si no rechazan esta violencia, demostrarán que están engañando"
Ares: "Si no rechazan esta violencia, demostrarán que están engañando"

El PNV (7 concejales) tiene un acuerdo de gobierno con el PSE (2) en el municipio. La Junta de Gobierno local emitió una declaración de condena, a la que se sumó la única edil del PP. Según fuentes municipales, los 5 de ANV dijeron estar seguros de que lo ocurrido no era kale borroka y exigieron que el texto omitiera esta expresión y hablara simplemente de "vandalismo". Los consejales de la plataforma ciudadana Batera tampoco suscribieron el texto.

Mientras tanto EA, que para justificar para su acercamiento estratégico a la izquierda abertzale afirmó que habría "una respuesta firme" en caso de atentado, condenó por su parte los hechos e instó a los autores de los destrozos a leerse el acuerdo de bases entre ambas formaciones. "La violencia, la extorsión y la amenaza no tiene cabida en este nuevo escenario político", advirtió la formación.

ETA lleva meses sin pronunciarse sobre la petición de cese de violencia realizada por varios premios Nobel y mediadores internacionales como Brian Currin. La izquierda abertzale, impaciente ante el silencio de la banda, se ha escudado hasta ahora en la ausencia de atentados para no tener que dar el paso que todo el mundo, hasta sus socios, esperan de ella: desmarcarse definitivamente de la violencia. El resurgimiento de la kale borroka pone así a sus dirigentes ante la disyuntiva de elegir entre el silencio, que conlleva perder la credibilidad ganada ante los ojos de algunos en los últimos meses; o cruzar el rubicón y romper de forma rotunda con la violencia.

"Son los que están diciendo que quieren hacer una apuesta por que desaparezca la violencia y por hacer política y solo política, los que tienen que tomar decisiones y demostrar que su voluntad es sincera", afirmó en declaraciones a Europa Press el consejero de Interior, Rodolfo Ares, que hizo un llamamiento expreso "a los que se autocalifican como dirigentes de los radicales abertzales para que muestren su rechazo, su repulsa, a este tipo de violencia y actos de sabotaje". Si no lo hacen, añadió, se demostrará que no sólo "engaña al conjunto de la sociedad vasca, sino que estará también engañando a su gente".

"Son actos vandálicos intolerables", recalcó por su parte el diputado general de Guipúzcoa, el peneuvista Markel Olano. "No se puede estar callado o mirar a otro lado a la espera de no se sabe qué confirmación o reivindicación", recalcó. Para el líder de los socialistas guipuzcoanos, Iñaki Arriola, el silencio mantenido ayer por Batasuna evidencia "que no hay ningún tipo de desmarque con respecto a ETA". En el mismo sentido se pronunció el portavoz parlamentario del PP vasco, Leopoldo Barreda. Con cada incidente de violencia callejera, destacó, la izquierda abertzale "pierde la oportunidad para condenarlo y desmarcarse".

Alternatiba, que mantiene contactos con Batasuna, pidió a los autores que "desistan" porque van a "contracorriente", mientras que EB y Hamaikabat también condenaron los hechos.

La Ertzaintza redoblará su esfuerzo

Cinco ataques violentos en diez días. El último, en la madrugada de ayer, en la localidad guipuzcoana de Azkoitia, también en fiestas, pocas horas después de la quema de dos camiones en Andoain. Para la Ertzaintza, que ya ha abierto las investigaciones para identificar a los autores del ataque, este nuevo acto de kale borroka ratifica "la intención de personas del entorno abertzale radical de hacerse presentes en el marco de las fiestas de las localidades vascas, por lo que va a redoblar su esfuerzo de vigilancia durante las próximas semanas para atajar estos ataques y detener a sus autores".

Los sucesos en Azkoitia comenzaron hacia las tres de la mañana. A esa hora, la Policía Municipal informó de la existencia de un contenedor ardiendo en la calle Bizkargi. Posteriormente, otros siete contenedores fueron detectados ardiendo en la calle Balda y tres más en la calle Trino de Uria, siendo todos ellos apagados por los bomberos. Un turismo estacionado en la calle Balda resultó con daños de importancia por efecto del fuego, al igual que varias señales de tráfico de la zona.

Las consecuencias de estos sabotajes podrían haber sido peores ya que, según indicó a diversos medios el alcalde de Azkoitia, el peneuvista Asier Aranbarri, "el peligro ha sido importante". Por un lado, Aranbarri explicó que los siete contenedores que resultaron calcinados en la calle Balda se encontraban "justo debajo de Casa Irizar, un palacio de gran interés turístico y cultural, y enfrente de un bloque de viviendas bastante importante". Asimismo, subrayó que los cinco contenedores ubicados en las calles Bizkargi y Trino de Uria estaban "justo enfrente de fachadas donde vive muchísima gente". "La verdad es que no ha habido desgracias personales porque no ha tocado y ya está", recalcó Aranbarri.

Con respecto al método utilizado para la quema de los contenedores, el alcalde de Azkoitia señaló que los saboteadores utilizaron pastillas, una forma, a su juicio, "bastante peligrosa" porque "según parece, una vez que se echa la pastilla tarda bastante en prender pero una vez que pasa cierto tiempo prenden como si fuesen una especie de pequeñas bombas", apuntó.

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