Toneladas de algas asfixian a almejas y berberechos en Poio
La plaga mata cada verano al 30% de los bancos pontevedreses de bivalvos
Las playas pontevedresas del municipio de Poio han sido tomadas por un manto verde de algas que amenaza dos de los bancos marisqueros más productivos de la zona: el Ameixal, en Campelo, y O Padrón, en Combarro. "Es una lucha constante. Trabajamos a destajo y no vemos el fruto. Aquí las algas llegan a la rodilla, pero tenemos que esperar a que haya bajamar para rastrillar y cuando retomamos la tarea, todo está igual que el primer día", declara con evidente cansancio la patrona mayor de la Cofradía de Lourizán, María del Carmen Vázquez, que lleva días retirando las algas a mano junto con 130 mariscadoras.
"El lunes se llenaron tres camiones con las toneladas de algas que han retirado dos tractores en Raxó. El problema es que hay lugares donde no puede llegar la maquinaria y si las dejamos ahí, pueden matar al 40% de las almejas y los berberechos. Tenemos que ser rápidas para salvar la campaña, pero el mar está un pelín alto y no nos está ayudando demasiado", explica la patrona mayor y aprovecha para protestar por la falta de medios: "La cofradía compró un barco en la lonja hace dos años a una jubilada. Era un buque viejo que nos podría servir para limpiar las aguas pero nos faltan permisos para ponerlo en el mar".
La Conselleria de Mar replica a la críticas y defiende que los bivalvos están cubiertos por un fondo de regeneración y mantenimiento de bancos marisqueros que cuenta con una partida presupuestaria de 862.000 euros en la que se incluyen los trabajos de recogida de algas.
Además, el Ayuntamiento de Pontevedra ha puesto a disposición de las mariscadoras un camión de carga para trasladar los restos de vegetación marina, que se depositan en un punto limpio que han habilitado las autoridades municipales de Poio en el Alto de Combarro.
"No es la primera vez que nos encontramos con una proliferación de algas como esta. El año pasado se recogieron 17 camiones de la playa de Chancelas y nadie habló de plagas", apostilla Gregorio Agís, el concejal de Medio Ambiente de la localidad pontevedresa, quien resta importancia al problema: "Todo está bajo control. Las mariscadoras están bien organizadas y tienen la infraestructura suficiente para hacer su trabajo".
La Asociación Galega de Mariscadores (Agamar) respalda la versión municipal y confirma que se trata de un fenómeno cíclico que se produce anualmente. "El calor del verano hace que la temperatura del agua aumente y parte de la vegetación marina no lo resiste. Al morir, las algas caen sobre los bancos marisqueros como una manta que no deja pasar el oxígeno y asfixian a los bivalvos con la efectividad de una bolsa de plástico", señala el secretario general de Agamar, Manuel Maneiro, aunque reconoce que plantar cara a esta marea verde supone un gran esfuerzo: "Procuramos estar atentos para retirarlas cuando llega la época de la floración y, normalmente, el viento del norte las desplaza hasta la orilla con la marejada. Lo complicado es limpiar el interior de las rías, donde las corrientes son más suaves y se acumulan en los estuarios". Después de trabajar sobre el terreno, María del Carmen Vázquez sitúa la raíz del problema en uno de estos puntos, entre Tambo y Combarro: "Alrededor de el banco de A Brenxa hay toneladas de algas y apenas hemos podido sacar nada".
De momento no hay cifras sobre el coste que estas tareas supondrán para las cofradías de la zona y el Ayuntamiento de Poio, ni tampoco se ha cuantificado la cantidad de líquenes que se ha extraido del mar, pero fuentes del Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño de Galicia (Intecmar) apuntan ya que la especie de alga que asfixia a las almejas y los berberechos puede ser Ulva lactuca, conocida como lechuga de mar o lamilla. Esta especie resistente suele proliferar en puertos urbanos y algunos biólogos marinos la emplean como indicador del índice de contaminación, aunque su aparición no determina necesariamente que las aguas estén corrompidas.
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