Mileuristas contra el fuego
Peones de las cuadrillas de extinción tienen contrato desde hace unos días
Un peón de las cuadrillas que combaten los incendios forestales tiene asignado un salario bruto de 1.040 euros mensuales, que se eleva a 1.300 euros para los capataces, incluyendo el prorrateo de las pagas extraordinarias, según han informado a este periódico varios brigadistas para denunciar, al hilo del trágico fuego de Fornelos, las condiciones en las que están empleados por la empresa pública Seaga.
Estas condiciones han cambiado en aspectos sustanciales con respecto a las que regían con el anterior Gobierno bipartito, que, para empezar, garantizaba un contrato temporal de tres meses, a partir del 1 de junio. "Este año muchos compañeros se han incorporado a mediados de julio y algunos, ya en agosto", afirman.Solo cobran las horas extraordinarias que superen las 55 mensuales -"es decir, que nadie las cobra, aunque hagas muchas jornadas de 12 horas"- y a todos ellos se les ha aplicado la reducción salarial del 5%, dictada para los empleados públicos para paliar los efectos de la crisis, "aunque nuestro trabajo no puntúa para optar luego a ningún empleo de la Xunta".
Los efectivos de las brigadas del distrito XVII, Condado-Paradantas con los que ha contactado este periódico también aluden con sorna a su condición de "brigadistas de extinción de incendios" o "bomberos forestales" porque no se les contrata como tales, sino como taladores, tronzadores o apareadores, categorías de la actividad puramente forestal.
Las puntuaciones y pruebas también han cambiado en estos dos años. "Ha quedado fuera gente con mucha experiencia porque no superó las pruebas físicas, que primaban a chavales que salen del instituto sin mayor idea de nada", critican. Todos realizaron después un cursillo de 16 horas, de las que seis eran prácticas para aprender el funcionamiento del walkie-talkie, a enganchar una manguera y a sachar una zanja, "que podrá tener sentido en Castilla, pero en el monte hay que hacer los cortafuegos con máquinas".
En esas frecuentes jornadas extenuantes de 12 horas, no se les suministran bocadillos o un suplemento de agua (cada uno dispone de una cantimplora de un litro) y algunos, cuando están al límite, llegan a matar la sed con la que traen las motobombas, "sin pensar de dónde pueda venir".
La flota de Nissan Pathfinder que los traslada al tajo "son cojonudos para ligar, llaman mucho la atención en los pueblos, pero el monte los revienta porque la mayoría de los accesos están imposibles, sin limpiar", afirman.
Respecto a su equipamiento, solo reconocen las virtudes del casco, "que admite muchos complementos interesantes, pero no se aplica ninguno". Citan un posible sistema de comunicación interna para la brigada, pero solo disponen del "walkie-talkie del año catapún del capataz" y el hueco para una linterna distinta porque la que les dan "es del todo a cien y se rompe o se derrite a la mínima". Consideran "ridículas" sus mascarillas "de papel" y aceptan sus fundas ignífugas, "aunque podrían mejorar y facilitarnos más de una".
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