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una de piratas
Columna
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CIEGOS

Claudi Pérez

A los banqueros se les conoce como tales desde que los judíos de Venecia empezaron a hacer ese trabajo sentados en un banco, en la calle. Desde esa altura han impuesto una forma de ver el mundo. Esa óptica chata y miope acaba trayendo problemas: la evolución insana de la economía está llegando a extremos increíbles. Cualquier palurdo se cree con derecho a tratarnos como provincianos y a darnos un curso de alta suficiencia intelectual por haberse pasado un tiempo en un banco de inversión o en una universidad anglosajona. El economista es un ser hecho de poses. Ese lenguaje ininteligible. Esa retozonería intelectual. El hecho de que casi todos digan lo mismo y se fabriquen su reputación con material que saquean de otros (como los periodistas, ay). Esa manía de tildar de trasnochado a cualquiera con una idea que no comulgue con el pensamiento único con el que nos ametrallan desde derecha e izquierda. Han ganado. Nos metimos en un cuento titulado El precio de los pisos nunca bajará y ahora van a cuchillo: recortes de sueldos, pensiones, derechos, todo ese menú precocinado que da ardor de estómago.

Lo absurdo de todo esto es que igual que la costa se llenó de edificios infames y casi nadie levantó la voz, ahora tampoco parece haber mucha queja, en un ejemplo más de la abulia social que nos ha tocado vivir. Somos víctimas de la ceguera de Anton: el neurólogo Gabriel Anton (1858-1933) estudió un síndrome poco común; quienes lo padecen se quedan ciegos y sin embargo creen fervientemente que ven. Eso mismo está pasando ahora: vivimos atrapados en una cultura que insiste en que la mejor forma de ver el mundo es a través de un mercado salvaje que a pesar de sus deficiencias nos va a traer un futuro mejor. Y además sin él parece que estemos perdidos.

Algo así critica el economista Raj Patel, un tipo que hace poco tuvo que desmentir que fuera el Mesías: una secta afirmaba que sus datos biográficos coincidían con los del nuevo salvador. Se equivocaban. Patel estudió en Oxford y se dedica a escribir libros desafiantes (así debieran ser todos los libros) y en cambio el nuevo mesías deberá pasar obligatoriamente por una escuela de negocios repija, tener un doctorado en finanzas cuantitativas y labrarse su carrera en Goldman Sachs y demás incubadoras de amos del universo. Luego le negará a usted un crédito, le despedirá por baja productividad y le dirá al presidente de turno que se aplique con la tijera. Y así nos redimirá de nuestros pecadillos económicos e iremos todos al cielo de los banqueros, donde no hay impuestos ni Estado ni pobres ni funcionarios. Al tiempo.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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