Reforma interior a fondo de San Jerónimo el Real
Suelo, retablo, coro y ornamentación del veterano templo serán tratados en una restauración sin precedentes
Por vez primera desde hace una década, la iglesia de San Jerónimo el Real, la única en Madrid de estilo gótico ojival, presenta su aspecto exterior libre de andamios y de cuerpos agregados. Testigo destacado de la historia de España desde 1503, el templo acomete ahora una profunda reforma interior. La actuación, que dirige el arzobispado de Madrid y aplica el arquitecto Francisco Jurado, abarca un recinto interior estimado en 1.334 metros cuadrados de superficie, que muestran hoy el aspecto desolado que preludia la profunda transformación emprendida. El presupuesto de esta fase se evalúa en 1.200.000 euros, frutos de un convenio entre el arzobispado y el Ministerio de Cultura.
Un cuadro del evangelista, de 8 - 4,5 metros, sustituirá al retablo
El templo ha asistido a juras de 20 generaciones de reyes, desde 1528
El histórico solar de losas de granito va a ser reemplazado por otras tratadas térmicamente, tras las preceptivas catas arqueológicas de la Dirección General de Patrimonio del Gobierno regional. Recobrarán su emplazamiento primigenio las gradas sobre las que se asienta el altar mayor. El retablo que lo presidía va a ser sustituido por un enorme cuadro de San Jerónimo, según explica el párroco del templo, Julián Melero. Todos los ornamentos, tallas polícromas, vía crucis y objetos sacros son sometidos a una profunda limpieza.
Por otra parte, será innovada la iluminación de las 16 grandes lámparas que alumbran los 47 metros de longitud por 10,5 de anchura de su nave, con 10 capillas y coro. El órgano de tubos va a ser restaurado por el Instituto del Patrimonio del Ministerio de Cultura y completada su sillería. Las rejas que cegaban sus ventanales han sido retiradas y sus vidrieras artísticas, protegidas ahora con gruesos vidrios. Los cambios interiores son consecutivos a la restauración de revocos y paramentos de su fachada norte, de 53 metros de longitud y 20 de altura, último episodio de actuación externa del único templo gótico ojival decano de los de Madrid, atribuido a Enrique de Egas, autor de los muy semejante templos de Santo Tomás de Ávila y San Juan de los Reyes, en Toledo, en el siglo XV.
Recobrado un contrafuerte medieval, restauradas sus impostas, cornisas y cresterías, más las numerosas gárgolas y grifos que vertían el agua de lluvia desde su cubierta, tras haber permanecido sus áticos durante años en lamentable estado, el templo muestra hoy un aspecto vistoso con las ornamentaciones en tonalidades color ocre y el ladrillo original de su fábrica enlucido y bien visible por los miles de turistas que frecuentan a diario el contiguo Museo del Prado.
El arzobispado de Madrid, titular del templo, contempla llevar hasta el altar mayor el enorme lienzo de Rafael Tegeo La última comunión de san Jerónimo, pintado en 1828, que ocupaba el muro del crucero del lado del Evangelio, para situar en su anterior enclave el retablo pintado por José Méndez en 1855, que hasta ahora presidía la posición central de la iglesia. "Es así como el cuadro de san Jerónimo estuvo durante décadas", explica Julián Melero, desde su despacho parroquial de la calle de Moreto.
"El templo permanecerá cerrado al menos hasta el verano que viene, cuando las nuevas obras finalicen y pueda dar cabida a miles de jóvenes que prevén acompañar al papa Benedicto XVI durante su encuentro mundial con la juventud", anuncia el párroco. "Una capilla provisional, instalada en un barracón de obra, con 140 sillas, permite la continuidad del culto", agrega el párroco.
Hace unos días, 12 hombres vigorosos se las vieron y desearon para abatir hasta el suelo el lienzo que representa la comunión de san Jerónimo. Con sus ocho metros de altura por cuatro y medio de anchura, es uno de los cuadros más grandes de Madrid y, muy probablemente, de España. Una pared entera de la iglesia de San Jerónimo el Real lo ha albergado desde mediados del siglo XIX. Una vez descendido del paramento que ocupaba, fue desmarcado de su recuadro, de 25 centímetros de anchura y estofado en oro, para ser debidamente enrollado para su traslado hasta la sede de SIT, una compañía de transportes establecida en Coslada. Allí también fueron enviados algunos componentes del gran retablo pintado en 1855 por José Méndez, que ha presidido el altar mayor desde entonces. Ambas pinturas serán allí sometidas a limpieza, ya que acusan la humedad sufrida durante tantos años.
Las bancadas que ocupaban dos filas de la nave central, sobre las que se reclinaban y sentaban los feligreses de esta importante parroquia católica madrileña, han sido retiradas del templo y se encuentran asimismo en fase de restauración. Novedad añadida la componen las vidrieras decimonónicas, obra de J. B. Anglade, que han sido saneadas y protegidas con un vidrio de gran espesor. Las rejas que hasta ahora las cubrían, forjadas en Val d'Oise, van a ser retiradas de este templo, notario de 20 generaciones de juras reales.
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