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Columna
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PERFECTO

Juan Cruz

Javier Cercas escribió ayer en EL PAÍS Semanal un artículo sobre el imposible artículo perfecto. Era previsible que no citara entre los temas que lo inspirarían ninguno de los asuntos que propone la contemplación de la televisión. Y, sin embargo, antes (es decir, antes de que fuera en color, por ejemplo) y ahora (cuando ya es en color y funciona en un país democrático o libre) la tele es un suculento lugar común para los artículos periodísticos, perfectos o imperfectos.

Es cierto que no hay programas perfectos, como no hay artículos perfectos, pero es que nadie es perfecto, expresión esta que debe figurar entre las más perfectas de la historia del cine. Claro, pertenece a Dios, es decir, a Billy Wilder.

Pero aunque no hay programas perfectos, hay algunos que se acercan a lo óptimo entre lo que segrega la pequeña pantalla. Entre estos se halla Informe semanal, de Televisión Española. Su historia simboliza una apuesta por hacer de la calidad (de la palabra, de la imagen, de los asuntos) una exigencia que explica la razón de ser del medio. Debe ser tan bueno, y tan tradicionalmente bueno, que en su franja horaria prácticamente nadie se ha propuesto competir ni con su formato ni con sus asuntos. Y no es porque las televisiones no se rocen los asuntos y hasta los formatos; es porque hacer Informe semanal no es lo mismo que poner a ocho personas a gritarse entre ellas para demostrarse que ninguna tiene la razón y ni siquiera tiene argumentos sino gritos.

Es televisión como la de antes, como la que hizo grande a la televisión británica o norteamericana, la televisión que persigue, por ejemplo, gente como Jon Sistiaga (su programa de Cuatro es ahora otro modelo) y en la que nuestra historia tiene nombres señeros, como Manu Leguineche. Ahora la sequía veraniega, o la suerte de los telespectadores, ha hecho que una antología de Informe semanal se incorpore diariamente a la programación de TVE, después de sus principales telediarios. El último viernes emitieron, tras el último informativo, un ejemplo de lo que ha hecho de Informe semanal una espléndida lección de didáctica televisiva: el reportaje de Vicente Romero sobre la Guerra Mundial.

Ante la tele a veces se pregunta uno para qué viene el verano. Ya hay ahí una buena razón: para que repitan Informe semanal.

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